La alfarería indígena oaxaqueña es “suave”, un cuchillo la puede rayar y se despostilla con facilidad. Comparada con la cerámica que se acostumbra utilizar en las ciudades, es bastante frágil; esta suavidad podría fácilmente considerarse como un defecto, pero cuando comprendemos que la suavidad es el resultado de fórmulas muy específicas (una mezcla especial de barro y su horneado en una cocción de baja contaminación y bajo combustible, que a cambio produce una olla con una flexibilidad molecular que le permite ser colocada sobre el fuego sin que se quiebre), nos damos cuenta de que la suavidad no es un defecto sino una verdadera ventaja.
La alfarería indígena oaxaqueña es “suave”, un cuchillo la puede rayar y se despostilla con facilidad. Comparada con la cerámica que se acostumbra utilizar en las ciudades, es bastante frágil; esta suavidad podría fácilmente considerarse como un defecto, pero cuando comprendemos que la suavidad es el resultado de fórmulas muy específicas (una mezcla especial de barro y su horneado en una cocción de baja contaminación y bajo combustible, que a cambio produce una olla con una flexibilidad molecular que le permite ser colocada sobre el fuego sin que se quiebre), nos damos cuenta de que la suavidad no es un defecto sino una verdadera ventaja.