En una de sus intervenciones más trascendentes de inicios de siglo, Tercerunquinto derrumbó el muro que separa el área del consulado mexicano en Miami y su espacio de exhibición. Ese gesto contaminaba el espacio de arte de la operación burocrática cotidiana del consulado, y convertía la sala de espera en un espacio de observación artística. La complicación de estos espacios y funciones producía una experiencia artística y social inédita, a la vez que cuestionaba la taxonomía entre las funciones de servicio a los ciudadanos y de representación nacional del aparato diplomático.
En una de sus intervenciones más trascendentes de inicios de siglo, Tercerunquinto derrumbó el muro que separa el área del consulado mexicano en Miami y su espacio de exhibición. Ese gesto contaminaba el espacio de arte de la operación burocrática cotidiana del consulado, y convertía la sala de espera en un espacio de observación artística. La complicación de estos espacios y funciones producía una experiencia artística y social inédita, a la vez que cuestionaba la taxonomía entre las funciones de servicio a los ciudadanos y de representación nacional del aparato diplomático.