Durante el periodo Clásico, el Occidente mesoamericano fue testigo del desarrollo del llamado estilo Mezcala, una tradición estilística cuya característica más notoria fue la abstracción de los elementos ornamentales que acompañaban las representaciones del cuerpo humano.
La pieza 344 es una figurilla elaborada en piedra que representa a un individuo antropomorfo, posiblemente masculino, cuya cabeza es demasiado grande en comparación con el resto del cuerpo. La cara del personaje es inexpresiva, en esta destaca el gran volumen de la nariz y, en un segundo plano, las cuencas de los ojos y una línea que emula una boca alargada. Las orejas, por otra parte, son rectangulares y las mejillas poseen un carácter geométrico, pues están diseñadas en forma de rombo. Todas estas características se implementaron mediante líneas de desgaste, técnica que permitió perfilar y dar dimensión a la expresión facial.
La pieza muestra una concordancia armónica en las extremidades inferiores, pues ambas piernas se encuentran flexionadas hacia los costados. Los brazos, en cambio, están unidos al tronco a la altura del abdomen, se representaron por medio de muñones y carecen de manos. Los pies del personaje son rectangulares y en estos se distinguen los tobillos, estos elementos se elaboraron a partir de una línea de desgaste y generan un efecto visual que solo puede apreciarse cuando la figura se mira de frente.
Algunos grupos mesoamericanos contaron con un gran conocimiento del cuerpo humano, su composición y sus partes, lo que se reflejó en la exactitud con la que representaban los rasgos corporales. El reverso de esta figura, por ejemplo, tiene un grado de detalle considerable, pues incluso posee el detalle de las posaderas.
La pieza es un claro exponente de los elementos que caracterizaron al estilo Mezcala: sus formas son abstractas, el contorno de la figura es simétrico y proporciona una visión esquematizada del cuerpo humano. Asimismo, el desarrollo de estos detalles es un indicio de la gran habilidad y grado de especialización alcanzada por algunos grupos que habitaron el área que hoy abarca el estado de Guerrero.
Este tipo de piezas cobraron gran relevancia a finales del periodo Clásico, cuando se inició la producción de objetos cuyos principales temas de representación eran el cuerpo y el rostro. Posteriormente, durante el Posclásico, el estilo Mezcala se extendió hacia otras regiones de Mesoamérica y diversos pueblos emularon sus formas y diseños: un ejemplo de esto son las piezas 1279 y 1280 de esta colección, en donde se representaron rostros en piedra elaborados en el Altiplano Central y que poseen una similitud absoluta con la tradición Mezcala. No obstante, cada grupo desarrolló variaciones estilísticas que se inmortalizaron en las obras que crearon.