El repertorio funerario Mezcala tiene como centro la figura humana: imágenes de los difuntos y probablemente de algunos deudos acompañantes que escenificaban una reunión o una presencia vital en la sepultura, fuese para acompañar el cuerpo cuya alma estaba en proceso de viajar al mundo de los muertos, o incluso para servir como receptáculos provisionales para la esencia vital que no acababa de separarse de ese cuerpo. Además de las figuras humanas, formaron parte de ese repertorio funerario algunos animales y otros objetos.
Las piezas 528, 970 y 987 tienen en común el hecho de cumplir una función utilitaria, además del sentido simbólico con el que puedan haber sido incluidos en alguna tumba.
Esta figura representa sin duda un pájaro, y debemos suponer que se trata de un colibrí, por lo redondo de la cabeza y lo agudo del pico; aunque las patas son muy gruesas. Debemos descartar otras aves importantes como el águila, la codorniz o el guajolote, porque no tiene mayor parecido con ellas. Entre las pequeñas, quizá el carpintero y el colibrí sean las más importantes para la mitología mesoamericana.
Esta pequeña ave es al mismo tiempo un recipiente, de manera que su cuerpo y la cavidad cuadrangular son una misma cosa. Lo más probable es que el recipiente haya sido empleado para colocar alguna sustancia como ofrenda; acaso la ceniza de un pequeño sacrificio, o bien copal.
El repertorio funerario Mezcala tiene como centro la figura humana: imágenes de los difuntos y probablemente de algunos deudos acompañantes que escenificaban una reunión o una presencia vital en la sepultura, fuese para acompañar el cuerpo cuya alma estaba en proceso de viajar al mundo de los muertos, o incluso para servir como receptáculos provisionales para la esencia vital que no acababa de separarse de ese cuerpo. Además de las figuras humanas, formaron parte de ese repertorio funerario algunos animales y otros objetos.