La calidad de las representaciones zoomorfas de las sociedades mesoamericanas queda patente tanto en las formas como en los distintos materiales con que se trabajaron. Si bien, en ocasiones, su nivel de abstracción pudo llegar a generar imágenes que a la distancia resultan poco evidentes, este ejemplar nos muestra lo contrario.
Las vasijas efigies que se conservan de las sociedades antiguas pueden mostrar ya sea una parte de aquello representado (por ejemplo, la cabeza de una persona o la extremidad de un animal) o bien, un objeto completo (como una calabaza o un pato).
Esta vasija miniatura se muestra en forma de un ave completa. La boca del recipiente está localiza en la parte superior de la cabeza del animal. Posiblemente se trate de un pato, especie muy propia del ecosistema de la cuenca de México, y cuya presencia es constante en la iconografía mesoamericana y adquiere particular interés entre los grupos del Posclásico en la región.
Su posición general se muestra en reposo, tiene la cabeza girada hacia la derecha y sus alas pegadas al cuerpo. El modelado de esta pieza muestra a un ave con aspecto regordete en el cuello y en el cuerpo.
Los detalles de sus alas y sus plumas caudales están muy bien representados, así como los pliegues de su cuello y los rasgos de la cabeza, que fueron resaltados mediante un profundo esgrafiado que en algunas zonas dejó al descubierto el color rojo original del barro.
Sus ojos fueron delineados mediante círculos, también esgrafiados, a partir de los cuales se extienden líneas horizontales hacia los lados de la cabeza y hacia el frente, sobre el pico. Su naturalista representación llega al grado de señalar claramente las fosas nasales sobre el pico cuadrado que está ligeramente despostillado en la punta.
Al igual que otras piezas del mismo tipo, en ésta se observan dos perforaciones circulares caladas junto a la boca de la vasija, que se encuentra sutilmente despostillada. En este caso, están colocadas una a cada lado de la cabeza del ave, probablemente para poner un cordel y emplearse como colgante.
El acabado pulido de la pieza le brinda dinámica al modelado de su forma. Se observan las huellas de la herramienta empleada de modo que, si bien los rasgos y posición del animal pudieran parecer estáticos, el brillo obtenido aporta movimiento a la imagen final. No sobra mencionar que el tono obscuro y brillante que presenta corresponde con la técnica de cocción del barro y el tipo de hornos empleados, por lo que adquiere el color llamado “negro al humo”, aunque mantiene algunas secciones con coloración café.
Ahora bien, la alfarería del Preclásico mesoamericano ostenta una gran variedad de formas, calidades y motivos. Las vasijas e implementos para uso doméstico, aunque de excelente factura, no necesariamente alcanzaron la belleza en formas y acabado de aquellas empleadas con fines relacionados a las actividades rituales y de culto. Tal es el caso de estas piezas que pudieron formar parte de complejos contextos funerarios en que los materiales empleados durante el ritual formaron parte de la ofrenda mortuoria o incluso que fueron fabricados expresamente para estos fines.