La presente figurilla nos recuerda a las Tipo H4 de la tradición Cuicuilco-Ticomán, debido a sus rasgos faciales elaborados con pastillaje que recubre toda la cara. Esto no es casual porque es precisamente en este período tardío en el desarrollo de Chupícuaro, hacia 200 a.C., que se han reconocido los lazos más fuertes y de naturaleza compleja entre los grupos del Lerma Medio y los del valle de México y regiones aledañas de Morelos, Tlaxcala, Puebla e Hidalgo.
Muy propio de la tradición Chupícuaro es el acento sobre el género de la figura: los senos de tamaño desmedido, el pliegue del vientre abultado. Todo parece indicar que se trata de una mujer cerca de dar a luz. En medio de la frente llama la atención una perforación que atraviesa la cabeza y llega a la nuca: parece que la pieza estaba destinada a ser cargada suspendida, probablemente como un amuleto. ¿Para favorecer un embarazo o para traer suerte en el difícil trance del parto? Es difícil saberlo.
La presente figurilla nos recuerda a las Tipo H4 de la tradición Cuicuilco-Ticomán, debido a sus rasgos faciales elaborados con pastillaje que recubre toda la cara. Esto no es casual porque es precisamente en este período tardío en el desarrollo de Chupícuaro, hacia 200 a.C., que se han reconocido los lazos más fuertes y de naturaleza compleja entre los grupos del Lerma Medio y los del valle de México y regiones aledañas de Morelos, Tlaxcala, Puebla e Hidalgo.