Este estilo de botellón de cuello alto forma parte de un conjunto de tipos cerámicos que han sido considerados como evidencias de que el Valle de México y la cuenca del Alto Balsas participaron durante la fase Manantial de lo que se ha llamado el Tertium Quid: un tercer ingrediente cultural que se imbricó con la tradición local y con la de la ecúmene olmeca. Se trata de una esfera de interacción con el Occidente de México, donde habrían llegado por contactos marítimos elementos propios de la cultura andina, en particular de la costa ecuatoriana (fases Machalilla y Chorrera). Este tema de relaciones continentales ha retomado vigor recientemente gracias a los adelantos arqueológicos acerca del dominio de la navegación oceánica por parte de estas poblaciones sureñas.
La colección del Museo Amparo resguarda un par de botellones de estilo similar; que fueron elaborados juntando dos piezas, la base convexa y el cuerpo cóncavo y, encima, el hombro convexo que termina en el alto cuello. La unión quedó marcada por un profundo surco. Se creó así una forma dinámica con una serie de curvas opuestas. La decoración hecha con anchas bandas rojas sobre el fondo bayo se aplicó antes de un intenso pulimento que dio mucho brillo a las piezas, pero también quitó nitidez a los motivos.
Éstos consisten en una serie de triángulos concéntricos y opuestos en la primera pieza y en conjuntos de cuatro figuras triangulares opuestas en forma de cruz de Malta en la segunda. En ésta, debajo de la decoración del botellón se aprecia todavía otra aplicación en una primera cocción, con la técnica al negativo y con motivos similares de bandas oblicuas.
Este estilo de botellón de cuello alto forma parte de un conjunto de tipos cerámicos que han sido considerados como evidencias de que el Valle de México y la cuenca del Alto Balsas participaron durante la fase Manantial de lo que se ha llamado el Tertium Quid: un tercer ingrediente cultural que se imbricó con la tradición local y con la de la ecúmene olmeca. Se trata de una esfera de interacción con el Occidente de México, donde habrían llegado por contactos marítimos elementos propios de la cultura andina, en particular de la costa ecuatoriana (fases Machalilla y Chorrera). Este tema de relaciones continentales ha retomado vigor recientemente gracias a los adelantos arqueológicos acerca del dominio de la navegación oceánica por parte de estas poblaciones sureñas.