El investigador argentino Héctor Schenone ha estudiado el origen de esta advocación particular de la Virgen María, señalando su naturaleza y origen:
En el conjunto de pinturas-retratos de María atribuidos a San Lucas, se encuentra el tipo llamado Eleusa (afectuosa) y Glicofilusa (la que abraza con ternura), al cual estaban dedicadas dos iglesias en Constantinopla en la primera mitad del siglo XII. En él se destaca el impulso cariñoso de los protagonistas y muestra a la Virgen en su condición maternal que estrecha a su Hijo y éste hace lo mismo pasando un brazo por el cuello de su Madre al tiempo que juntan las mejillas. [1]
La obra original de la que deriva la pintura del Museo Amparo fue pintada por Lucas Cranach “El Viejo” hacia 1537, para los príncipes electores de Sajonia. "A comienzos del siglo XVII, fue regalada al archiduque-obispo de Passau, ciudad alemana ubicada sobre el río Danubio y cercana a la frontera con Austria", adonde fue trasladada un tiempo después, en específico a la parroquia de Innsbruck, en donde se expuso a partir de 1650. Mientras estaba aún en Passau, hacia 1622, un vicario la mandó copiar, conociéndose a esta réplica como Passaviensis, a la que se le tuvo devoción como protectora contra las aguas y la peste. La copia se difundió más que la obra original por medio de otras copias y grabados, y se cree que pasó a América por influencia de los jesuitas de la zona que pasaron a estas tierras.[2]
La obra del Museo es una muestra de esta devoción creciente, como indica su cartela, contra la peste. Tiene, además, una singular inscripción al reverso del lienzo, que dice “Josepe Clemente”, nombre que quizá remita a su creador o bien al que comerció con la tela o con la obra. De hecho, una primera observación del textil reveló que éste no es común por la delgadez de los hilos, por lo que se decidió hacer un análisis de fibras, que quizá ayudaría a clarificar su datación.
Los análisis de trama y urdimbre del soporte de este cuadro revelaron que el textil está facturado con fibra de tallo, presumiblemente lino. Vale la pena hacer notar que en este caso el hilo de lino empleado para la factura del textil es sumamente delgado, característica muy poco frecuente en la pintura novohispana de esta época, pues los lienzos más finos y delgados se reportan en obras de la segunda mitad del siglo XVI o bien entrado el siglo XIX (pero para este momento en mezcla con algodón). De ser un lino contemporáneo a la factura de la obra podría tratarse de un textil importado de muy buena calidad, lo que tal vez explique que la tela estuviera marcada con un nombre, quizá de su comerciante.
[1]. Schenone, Héctor H., Santa María: iconografía del arte colonial, Argentina, Educa, 2008, pp. 460-461.
[2]. Idem.