El Museo Amparo cuenta con obras de temáticas y soluciones iconográficas muy comunes en la Nueva España, así como otras bastante escasas o particulares, que probablemente fueron creadas para satisfacer necesidades devocionales muy singulares, y que serían expuestas en adoratorios o altares particulares de las casas. Tal es el caso de esta obra que representa a santa Justa y santa Rufina, santas mártires sevillanas que generalmente fueron representadas juntas por ser hermanas.
Su leyenda señala que vivieron en el siglo III, y eran vendedoras de cerámica, así como también ayudaban a enseñar el Evangelio. Todos los años se realizaba una colecta en honor a un dios pagano que algunos identifican como Salambó. Como se negaron a dar el dinero, los colectores rompieron su cerámica, en tanto que ellas tiraron la estatua del dios que llevaban. En respuesta fueron encarceladas y sufrieron varios martirios, pero salieron ilesas en algunas ocasiones de las torturas que les infringían. Al final murieron separadamente, pero ambas, gracias al castigo del gobernador Diogeniano.[1]
Es común que las santas aparezcan sosteniendo la torre de la Catedral de Sevilla o Giralda, pues se decía que en un terremoto acaecido en 1504, en que la torre amenazaba con caerse “…las santas bajaron del cielo y la sujetaron con sus manos evitando así su derribo”.[2]. La pintura novohispana, sin embargo, presenta dos particularidades: que los nombres de las santas aparecen en un orden distinto a como se les llama comúnmente, y que en la Giralda se vean unos recuadros con escenas religiosas. Para comprender este detalle no hay que olvidar que en origen la torre había sido el alminar de la mezquita, pero que fue remodelada hacia 1568, momento en que se le puso en el remate la escultura que representa la Fe y se conoce como Giraldillo por ser una veleta. Al mismo tiempo se pintaron en algunas partes del muro escenas de vida y la pasión de Jesús, así como de algunos santos y apóstoles, y que se fueron perdiendo con el tiempo por estar directamente sobre el muro, a la intemperie.
Es de suponerse, por lo tanto, que el patrono que mandó a hacer la obra conoció o supo de dichas escenas en los muros, y quiso que se incluyeran, aunque también es de sospecharse que el pintor no tenía un modelo de la Giralda a la vista, pues su representación resultó ser muy esquemática. Este detalle sugiere que la pintura debió ser creada en el siglo XVII, cuando todavía quedaban restos de la decoración. La pintura muestra así una rara mezcla de nostalgia por una patria probablemente lejana.
En la inspección se determinó que la obra fue restaurada de una manera inadecuada, de acuerdo a la apariencia de la decoración en los mantos, la cual se observa abrasionada a consecuencia de una operación excesiva de limpieza.
1. Enrique Valdivieso, “Comentario a la obra de Bartolomé Esteban Murillo: Santas Justa y Rufina”, en Obras maestras del Museo de Bellas Artes de Sevilla. Siglos XV-XVIII, España, FOCUS, 1992, p. 106, y http://www.es.catholic.net/santoral/articulo.php?id=506 [consultado en agosto de 2012]
2. Enrique Valdivieso, op. cit.