Este bufete de oficina es, sin lugar a dudas, el mueble por antonomasia para escribir con propiedad en espacios donde se llevan a cabo la contabilidad y otros asuntos de negocios en las casas de importancia (recuérdese que también hubo bufetes en los estrados -muebles de lujo extremo-, en espacios litúrgicos y de la burocracia virreinal). La pieza muestra en la parte baja un desgaste natural por el paso del tiempo, que permite asegurar que la pieza es virreinal, aunque, es posible que algunas partes sean producto de reposiciones (en concreto la sección localizada entre las cabezas de las aves y la cubierta para escribir, la cual sirve para obtener una mayor altura). Lo mismo puede decirse de la talla; ésta corresponde al lenguaje formal de la ebanistería virreinal. La madera principal es el cedro y hay una leguminosa.
En los soportes se alojan cuatro magníficas tallas de aves que con sus picos se dan a la tarea de comer frutos; frente a sus pechos hay racimos de ellos y dan la impresión de estar sostenidos por los picos de las aves. Los cuerpos de estos animales terminan en roleos ondulantes cubiertos de decoración vegetal y se incluyen patas de garra. Hay clavos de madera, tal y como corresponde a una buena obra de ebanistería de esta época.