Debido a su pequeño tamaño y a la presencia de un orificio que atraviesa la pieza de lado a lado, no hay duda de que debió formar parte de un collar. Como se encuentra aislada no podemos saber si el collar tenía diversas piezas con varias formas y motivos, incluido este cráneo, o si era un collar de cráneos. Los collares de cráneos se han encontrado en diferentes regiones y hay uno en esta misma colección.
La representación del cráneo humano fue muy común en Mesoamérica, en diferentes tamaños y materiales. Pero nunca es tan frecuente como en el Posclásico y en especial en el Posclásico tardío. A menudo, quienes observan la cultura mexicana como un conjunto que englobaría arqueología y folklore, miran los cráneos como algo macabro o chocarrero. Se trata de una percepción de nuestra época. Las representaciones mesoamericanas de la muerte están ligadas a una cosmovisión compleja que describe con detalle la totalidad del mundo y el lugar de cada parte en la dinámica cósmica. En dicha cosmovisión, el lugar de la muerte es el destino natural de las almas de las personas, y el sitio en el que se reintegran al flujo general de las fuerzas sagradas que crean la vida en la Tierra. Y la muerte misma es vista como parte de la gran oposición cósmica de la que surge la vida.
La talla en piedra de la figura del cráneo es muy típica de la tradición Mixteca-Puebla, es parte del repertorio iconográfico distintivo de dicha tradición. También es típico de las obras de lapidaria Mixteca-Puebla la incrustación de piedras de colores, hueso o concha. En este caso se han utilizado pequeños discos de concha que le dan a los ojos un efecto luminoso y tornasolado.
La estandarización de las formas que se produce en el Posclásico hace difícil establecer la procedencia de esta pieza. Los cráneos de piedra, obsidiana y cristal de roca son más frecuentes en los valles de Puebla y México que en otras zonas de la tradición Mixteca-Puebla. Sin embargo, el trazo pronunciado de las órbitas de los ojos que observamos en esta pieza coincide con algunos diseños esquemáticos de la muerte en la costa del Golfo de México.[1]
[1] Utilizamos el concepto de México Central tal como lo definió el geógrafo histórico Bernardo García: sería una franja diagonal que comienza en el sur con el valle de Oaxaca y la Mixteca, asciende diagonalmente por el valle de Puebla, incluye los valles de México, Toluca y el Mezquital y abarca la meseta tarasca, el Bajío, Guadalajara y Aguascalientes.