Los nobles indígenas estaban ataviados con ricos ornamentos de diversos materiales. El oro fue, sin duda, uno de los materiales más apreciados para elaborar los adornos. Los cronistas nos hablan de cómo los gobernantes se engalanaban lujosamente con adornos, diademas, orejeras, bezotes, collares, pendientes, brazaletes y espinillas de oro en las fiestas religiosas o cuando van a la guerra. Asimismo, nos cuentan del proceso de trabajo en detalle de los orfebres antes de la Conquista.
Cuando los europeos vieron estas joyas de oro, se quedaron maravillados del trabajo de la orfebrería indígena. La metalurgia inició muy tarde en Mesoamérica. Se piensa que la técnica llegó de Sudamérica vía Centroamérica dado que hacia el siglo VIII apareció en esta área en forma ya muy desarrollada sin antecedentes. De acuerdo con la Matrícula de tributos, Oaxaca y Guerrero son las regiones que tributaban el oro a los mexicas en varias formas como en polvo, en barra, en tejuelo.
Las cuentas redondas como estas piezas no suelen ser de oro macizo, sino de barro cubierto de una capa delgada de oro. Estas cuentas se elaboran por medio de la técnica del vaciado a la cera perdida. El proceso de esta técnica es el siguiente: se cubre el núcleo de barro y carbón con la cera. Se elaboran piezas muy complejas modelando y tallando tanto el núcleo como la cera cubierta en la forma deseada. Se pone en el núcleo cubierto de cera una capa mezclada de arcilla y carbón. Se calienta para que se funda la cera y se vierte el oro en el hueco que se creó por la fundición de la cera. Finalmente se rompe la capa exterior así como el núcleo. En el caso de las cuentas, por lo general, no se quita el núcleo sino se conserva como en estos ejemplos.