Durante el Posclásico, sobre todo en su etapa tardía, es decir, de 1350 a 1521 d.C., existió una tradición cerámica que traspasó las fronteras de lo que se llama el área mixteca, es decir, más allá del área que ocupa, principalmente, el occidente del actual estado de Oaxaca y su frontera con la parte sur de Puebla y el sureste de Guerrero. Esta tradición abarcó también otras regiones circunvecinas como el valle de Puebla-Tlaxcala, la cuenca de México y el valle de Toluca.
Las formas de las vasijas y su decoración, son cualidades que, dentro de esta amplia tradición alfarera, hacen distinguir los estilos y tipos locales del conjunto. Las vasijas trípodes con soportes cilíndricos son muy comunes en la zona mixteca, sobre todo, del tipo de cajetes que se muestran en las imágenes; están cubiertos de un engobe rojo, o baño de pintura mezclada con una arcilla diluida, también su superficie está bruñida o pulida. Por el color de este engobe es muy posible que tenga como base para dar este tono, un pigmento de origen ferroso, como la hematita, un tipo de mineral muy usado en Mesoamérica para colorear diversos objetos de este rojo intenso.
Fue muy usado en diversos soportes, sobre todo, se ha encontrado en pintura mural, como en Teotihuacán, pero es muy común encontrarlo en toda Mesoamérica. En la alfarería su uso es muy indicado, pues sólo los pigmentos de tipo mineral soportan las altas temperaturas; los colorantes orgánicos, llámense animales o vegetales, se carbonizan cuando las piezas son sometidas a cocción. Además de este engobe rojo, ambas vasijas están pintadas con una ancha banda negra que cubre las paredes interiores y parte de la base de los cajetes en su circunferencia. Otra cualidad importante es que en ambos casos se excluyó de engobe rojo a los soportes, dejándose ver el color natural del barro sin ningún tipo de recubrimiento.
La decoración en vasijas de este tipo, llega a tener formas muy sofisticadas, más cercanas a modelados escultóricos. En el caso del cajete con soportes cilíndricos, llama mucho la atención el trabajo y las formas esgrafiadas. En su parte exterior, dos franjas rectangulares que corren verticalmente enmarcan dos delgadas franjas ondulantes que se entrelazan, también con una línea esgrafiada en medio. El motivo, geométrico y abstracto, hace pensar que es un trabajo realizado en época colonial. Sabemos que la producción de esta cerámica continuó hasta mediados del siglo XVI; y esta decoración no lo vemos así en la época prehispánica.
Sin embargo, podría tratarse de una forma muy simplificada y transformada de un símbolo muy recurrente, sobre todo dentro de los nahuas, un concepto dual de agua-fuego (atl-tlachinolli) que alude a la guerra. Por lo tanto, es posible que estas vasijas se hayan hecho en alguna zona de transición entre mixtecos y nahuas, posiblemente al sur de Puebla. En el caso de las vasijas con soportes zoomorfos, estos motivos son muchos más comunes y recurrentes en este tipo de cajetes trípodes desde el Posclásico tardío.