Las imágenes de la cultura El Chanal como la que vemos reciben el nombre común de “cantadoras”. La escultura cerámica de este desarrollo tardío en la historia antigua de Colima, que colapsó antes de la presencia española, se caracteriza por piezas en gran formato, con un repertorio iconográfico restringido en el que domina la figuración humana: además de las efigies “cantadoras”, se sabe de guerreros, gobernantes sentados en equipales, figuras masculinas sentadas sobre las nalgas y con las rodillas elevadas, y representaciones del dios Xipe; entre las obras de alfarería cabe destacar los incensarios cilíndricos con atributos del dios Tláloc y los recipientes con protuberancias cónicas.
Las figuras que “cantan” son mujeres y algunos hombres; se modelaron desnudas y con los genitales indicados; la cabeza es aplanada y con forma trapezoidal inversa; están de pie –aunque a veces no se pueden sostener-, con las piernas muy separadas, los brazos levantados con las manos a los lados del rostro, muestran las palmas al frente con los dedos separados; junto con la boca abierta, en la que se asoma la lengua, la postura resulta muy expresiva, parecen activas, si bien, en un movimiento congelado. Siempre lucen ornamentos, la pieza que nos ocupa exhibe los más comunes: en la cabeza una banda con una proyección triangular central y a los lados dos formas circulares con borlas que cuelgan; en las orejas se ven perforaciones que indican el uso de pendientes exentos; en otras ocasiones hay orejeras.
La obra conserva restos de un baño blanquecino y algunas secciones en rojo; sobresalen los motivos pintados en azul con algunas líneas negras sobrepuestas que trazan un pectoral largo y pulseras anchas que acaso remiten a textiles o tejidos de cuentas; a partir de otras esculturas similares podemos inferir que el tocado también estaba pintado. Esculturas como ésta se han encontrado como parte de ajuares funerarios.
El Chanal es una zona arqueológica abierta al público desde 1997; de acuerdo con Ángeles Olay se identifica como una importante urbe cuya extensión abarcaba unas 200 ha; la presencia de objetos de metal, como oro, plata y cobre, contribuyó a un intensivo saqueo de sus vestigios. Se ha advertido su participación en redes de comercio a larga distancia, así lo pone en evidencia la cerámica de tipo Plumbate, cuya distribución concentraba la contemporánea ciudad de Tula, en Hidalgo, y asimismo objetos de obsidiana que tal vez provenían del centro de Jalisco; por su parte, además de la producción metalúrgica, la sociedad de El Chanal destaca en la de algodón, y en su arquitectura el revestimiento con lajas grabadas con diseños figurativos. La ciudad se hallaba entre ríos: en ambos márgenes del río Colima o Verde, hacia el oeste limitaba con el arroyo Chacalillo y hacia el este con el arroyo Campos; tiene como fondo los volcanes de Fuego y Nieve.