Esta pequeña pieza parece haber sido destinada a estar suspendida o amarrada a alguna prenda por las dos perforaciones que la atraviesan a la altura de las axilas. En todo caso, fue hecha para ser vista solamente de frente, a juzgar por el estado sin acabar y burdo de la parte trasera.
Representa a una mujer sentada sobre sus piernas con los pies abiertos hacia fuera y las manos descansando sobre su regazo. Lleva una abundante cabellera con un fleco al frente y el cabello baja hasta la altura de sus grandes orejeras anulares. Tiene los ojos grandes y abiertos; además de que parece hablar.
Restos de pintura negra sobre la cubierta blanca que cubría toda la figurilla nos indican que originalmente la pieza presentaba una policromía que la realzaba y la hacía más atractiva y mejor detallada que ahora. De ello solamente quedan algunos trazos como el contorno negro del ojo izquierdo.
Por estar ya tan incompleta, ignoramos si la pieza evocaba alguna divinidad femenina o simplemente una mujer sentada en una usanza que todavía se puede observar en muchas partes de México, en particular en los mercados.