"Vean su aspecto: eran de cabeza cuadrada (como huacal) de cabeza ancha y larga. Teñían su cabello de varios colores, lo pintaban, algunos rubios, algunos rojo-chile. Lo dividían en partes. Se dice que los hombres tenían el cabello que caía sobre las orejas, que cubría las orejas, se dejaban un mechón (en la parte trasera de la cabeza) se afilaban los dientes (en punta). Sus dientes eran como semillas de calabaza".
(Fray Bernardino de Sahagún, Historia General de las Cosas de Nueva España, 1975).
La Huasteca se localiza en la costa del Golfo de México; en el momento de la Conquista sus límites tocaban al norte el río Tamesí y al sur la cuenca del río Tuxpan. El litoral marino marcaba sus confines hacia el oriente y las grandes montañas de la Sierra Madre al poniente. Gran parte del territorio se encuentra formado por la cuenca hidrológica del río Pánuco; además de hablantes del huasteco (teenek) los había de otras lenguas como son el náhuatl, el otomí y el tepehua. A pesar de que serían más los hablantes de huasteco, esta relativa uniformidad lingüística del territorio no impidió que se hallara fragmentado en lo político; con todo, existía un sustrato cultural común que es precisamente el que ahora nos permite referirnos a ella en términos de una subárea cultural de Mesoamérica.
Los vasos efigie con representaciones de seres humanos delicadamente modelados en un barro blanco rico en caolín es uno de los rasgos materiales que identifican su desarrollo cultural en el Posclásico. Son obras de arte excepcionales, muy apreciadas en el México antiguo. Sus diferencias formales se explican en producciones paralelas que evolucionaron con cierta independencia en distintas partes del territorio, particularmente en el sur de la Huasteca.
Esta pieza es de una fuerza expresiva sorprendente; es un vaso destinado a usos rituales. La frente se encuentra cubierta por un paño que llega a los ojos entreabiertos, un rasgo típico de estos rostros. El hueco en las orejas, la perforación donde se alojaban los pendientes de piedra pulida, se observa aquí como …asa de jarrón
, tal y como lo describe Sahagún en su Libro IX. Los dientes aparecen aserrados y hay casos en los que se pintaban intencionalmente de color negro. Los diseños son rojos y negros dispuestos en bandas, una sobre el paño y otra en el pecho. Interesantísima es la solución plástica de brazos y piernas, los primeros pintados de rojo con las manos delineadas en negro sobre los muslos que surgen modelados en el barro de la parte inferior de la vasija.