Una de las decoraciones más frecuentes en las flautas estilo Nahua es el pabellón en forma de flor. Según la cosmovisión mesoamericana, las flores constituyen un referente del paraíso, el lugar mítico donde abundan las fragancias de flores, cantos de aves, danzas y música que embelesan los sentidos; una esfera asociada al dios de la lluvia, la fertilidad y la abundancia pero también a la muerte. En la flauta exhibida se conservan restos de pintura negra que servían para delimitar los diseños; además de pigmento blanco y azul, este último como un referente del paraíso en donde habita el dios de la lluvia.
Gonzalo Sánchez
Este aerófono de cuatro hoyos y larga boquilla se acaba a modo de trompeta en un ancho pabellón en forma de flor. Después de la cocción, el instrumento fue terminado por un pintor que la recubrió de estuco y la pintó de vivos colores; el largo cuerpo azul termina con motivos trazados en rojo y negro sobre fondo blanco con un fino pincel. Desgraciadamente, la erosión ya no permite distinguirlos con claridad más allá de los conjuntos de puntitos negros distribuidos en ambos lados de la campana. La delicadeza de la decoración nos indica que el instrumento era probablemente destinado a un personaje de alto rango o a actos importantes acompañados por la melodía que producía, delicada y hermosa como una flor. Nos queda la flor multicolor, pero la música de antaño se perdió.
Marie-Areti Hers