Cuenco policromado con base de fondo crema. La gama cromática que predomina son los colores rojos, naranjas, negros y blancos. En el cuerpo se repiten alternadamente dos diseños; un personaje sentado y un diseño geométrico que reproduce una greca en forma de cruz con el centro marcado, lo que se conoce en Mesoamérica como quincunce, porque señala los cuatro sectores cardinales y el quinto marcado por el centro. En este caso el quincunce está adornado por tres puntos en las cuatro esquinas y en el centro; el esquema de tres puntos se repite también en el interior del cuenco, tal vez en alusión a su simbología de tradición mesoamericana en donde el tres simboliza el fogón del hogar y forma parte de los mitos de origen del mundo; es el numeral que simboliza lo femenino, mientras que el cuatro que reproduce las cuatro esquinas de la milpa o terreno de cultivo, es el masculino.
Un mismo personaje se representa en ambos lados del cuerpo de la vasija, simétrico e idéntico. Está sentado en posición de flor de loto con una mano muy marcada y exagerada en cuanto a tamaño que intencionalmente el artista ha querido resaltar. Su cuerpo es rojo, con el cabello negro y recogido en la parte posterior, lleva un adorno en el cuello que cuelga por el pecho y por la espalda simulando cuentas, y un ligero faldellín blanco con adornos negros atado en la cintura por una banda roja. Su cara está pintada en naranja y detrás de su rostro, en la parte superior, se advierte un elemento poco reconocible que podría formar parte de su tocado.
La escena está enmarcada por unas finas líneas en la parte superior e inferior que el artista parece eludir pues el personaje ocupa la totalidad del espacio entre estas dos líneas hasta el punto de que la parte superior de la cabeza queda sin verse. El interior del cuenco está desgastado muy probablemente por el uso que se le dio al recipiente. El diseño que plasma el artista en el interior del cuenco queda dividido en tres partes. Por un lado y sobre fondo negro se reconocen dos plumas blancas con puntos a lo largo del vértice longitudinal y negras en sus extremos, recordando al tipo de plumas empeladas para el glifo que define al Pájaro O’. Entre ambas plumas se reconoce un signo compuesto por tres bolitas, tal vez simples adornos decorativos o tal vez diseñados con la intención de seguir marcando la importancia del tres. En el centro cruza de lado a la lado una banda naranja muy desgastada con adornos en negros y cuya función es separar los dos diseños que decoran el fondo del cuenco.
La otra mitad tiene un fondo de base anaranjado rojizo sobre el que se diseñaron dos parejas de huesos cruzados en forma de cruz griega con un hueso en el centro que los separa. Sin duda en el cuenco se intentó plasmar una simbología relacionada con la simbología del cosmos marcado por los cinco rumbos; probablemente con el origen del mundo y con los espacios sobrenaturales y con la muerte, representada por los huesos.
OBSERVACIONES
Manos de grandes tamaños se encuentran formando parte de otras tradiciones artísticas del período Clásico como se aprecia en la vasija fotografiada por Justin Kerr con el número K8502, donde se repite el mismo personaje con la mano extendida y resaltada a gran tamaño, probablemente por el elemento que porta.