Todavía puede observarse en el borde inferior de esta pintura una ligera curva que corresponde con el ángulo del piso estucado de la habitación. También el formato de la obra y la presencia de la pequeña cenefa indican que se trata de una pintura situada en la parte baja del muro. Todos los conjuntos habitacionales de alto rango y los recintos ceremoniales teotihuacanos tenían murales que cubrían buena parte de sus muros. En la mayoría de los casos se utiliza la repetición de figuras, en una misma franja, que a veces caminan como si se tratara de una procesión. Así, vemos series de tambores, de perros, de águilas o de caracolas; sucesiones de sacerdotes que avanzan en procesión arrojando ofrendas, y otras más.
Esta pintura, comparable a muchas otras por su técnica y estilo, es bastante singular porque no se trata de una secuencia sino de una escena en sí misma. Sería correcto decir que encierra una narrativa. Hay dos personajes masculinos con ricos vestidos y ornamentos. Ambos están armados. El personaje del lado derecho avanza al encuentro del individuo del lado izquierdo, lleva una lanza y un escudo, y profiere un grito o canto. El personaje del lado izquierdo se encuentra quieto, de frente y con el rostro de perfil. Tiene las piernas flexionadas, un brazo estirado y la cabeza mirando forzadamente hacia arriba. Tal postura coincide con algunas representaciones de guerreros heridos y víctimas sacrificiales; de manera que es una posible línea de interpretación. Este personaje levanta, además, su escudo hacia el cielo, y se advierte que junto al escudo sujeta una especie de lanza ondulante, del tipo que suele interpretarse como rayo.
Parecería, entonces, que el personaje del lado derecho ha dado alcance al otro y lo ha atacado. La escena, sin embargo, tiene también la teatralidad de una danza, como si se tratara de una representación de la guerra o el ataque más que de un relato visual del ataque mismo.
Los diseños de la cenefa, pintados sólo en rojo, coinciden con algunas representaciones de las nubes. La lanza-rayo que lleva el personaje del lado izquierdo también se relaciona con la lluvia, pues suele aparecer en la mano de Tláloc representando al rayo. Sin embargo, ninguno de los dos personajes tiene un atuendo del Dios de la Lluvia. El personaje del lado izquierdo porta un pequeño tocado cónico que llama la atención por su semejanza con el tocado de Quetzalcóatl como Dios del Viento. En todo caso se trata de una de las representaciones más tempranas de este tipo de tocado.