Esta escultura en piedra verde representa al dios de la lluvia y de la fertilidad que procede de Teotihuacán; es uno de los dioses más antiguos y más representados en Mesoamérica. Tláloc es el nombre de dicho dios entre los nahuas del Posclásico; no se sabe cómo le llamaban los teotihuacanos. Aunque cada región y cada cultura tiene su nombre propio y características específicas, muchas comparten los mismos elementos iconográficos, por lo que es un dios muy fácil de distinguir dentro del panteón mesoamericano.
Su imagen se caracteriza por los anillos en los ojos o anteojeras, así como las bigoteras que curvan las extremidades hacia arriba y los colmillos largos. En Teotihuacán, un pueblo agricultor, ocupa un papel importante, como prueba de ello, abundan sus imágenes en diversas expresiones, tales como cerámica, pintura mural y escultura. En ocasiones, los artistas teotihuacanos utilizaron la estrategia de sintetizarlo sólo representándolo con su bigotera y los colmillos. La abstracción de las imágenes es uno de los rasgos estilísticos del arte de esta gran urbe.
La imagen tiene todas las características del dios de la lluvia: los anillos alrededor de los ojos, la bigotera y los colmillos. Los tres objetos triangulares sobre la cabeza, las orejas rectangulares y la doble banda en la frente son también elementos frecuentes. Los motivos están esgrafiados probablemente con un instrumento con punta de cristal de algún mineral duro debido a la calidad de las líneas y la dureza del material. Hay un orificio profundo desde la parte superior hacia la base que hace suponer que la figura servía como un recipiente. La pequeña y extraña perforación del lado derecho superior del rostro, donde justo no tiene la forma de la oreja, sugiere que la pieza se quedó en estado inconcluso y nos muestra la técnica de elaboración del lapidario prehispánico.