Una tradición de talla en piedra floreció en la cuenca media del Balsas desde fines del Preclásico y a lo largo del Clásico temprano, la conocemos como tradición Mezcala. Parece haber sido tan prestigiosa que todavía en el Posclásico tardío se buscaban esas figuras, eran materia de tributo y comercio, se las rescataba e imitaba. No se trata de representaciones de dioses, no portan complejos tocados, no tienen máscaras ni llevan signos particulares en la ropa.
Ésta debe haber sido una de las razones por las cuales las figuras Mezcala suscitaron el interés de sus contemporáneos teotihuacanos y todavía eran valoradas por los mexicas, siglos después de la época de su elaboración: no estaban ligadas a un ritual o a una identidad étnica específica, o al menos su aspecto era el de personas. Adquirían pleno sentido, según sospechamos, cuando se las colocaba como acompañantes de un difunto. Podían recibir, por así decirlo, cualquier contenido individual específico.
Técnicamente son obras sencillas, hechas con una piedra que cabía normalmente en la palma de la mano y talladas por el deslizamiento de otra piedra o bien de una cuerda tensada en un arco a manera de segueta. Se trata de piezas simétricas, con los brazos extendidos y los antebrazos plegados o extendidos también. Generalmente se identifican como figuras masculinas; son muy esquemáticas y se realzan con un alto grado de abstracción. Ojos y boca suelen resolverse con una línea o muesca recta, y las manos y dedos apenas son sugeridos.
En términos generales, la pieza que comentamos corresponde con una figura de la tradición Mezcala, comparable con otras varias. Y sin embargo vemos en ella algunos rasgos particulares que no son comunes a las obras de la región. El personaje está vestido y lleva, además, una especie de cinturón con aspecto de soga. Parece tener un tocado. La figura es más plana de lo habitual. Por otra parte, la carencia del dibujo de los dedos y la ausencia del pliegue de los antebrazos subrayan la diferencia.
Tanto la túnica como el tocado coinciden con figuras de barro elaboradas en Teotihuacán. De hecho, esas túnicas son frecuentes en figuras teotihuacanas más bien tempranas, del inicio del Clásico temprano. Podríamos estar frente a una ligera adaptación del estilo Mezcala para satisfacer el interés de cierta población teotihuacana. Esta posibilidad, que ya se ha manejado, debe someterse a crítica revisando los reportes de figuras similares halladas en Teotihuacán. Podría tratarse, efectivamente, de piezas que hubiesen sido tributadas o vendidas a la metrópoli.