La cerámica de tipo anaranjado delgado es una de las muchas contribuciones de Teotihuacán a la historia cultural mesoamericana. A diferencia de otras creaciones teotihuacanas, ésta se extinguió a la vez que lo hizo la metrópoli; en el Posclásico se usarán algunas pastas parecidas pero ya no volverán a fabricarse vasijas anaranjado delgado.
En primer lugar, las vasijas de tipo anaranjado delgado tienen un alegre, intenso y brillante color naranja; tras el bruñido exhiben una superficie tersa con un brillo moderado. Las paredes de estas vasijas son extraordinariamente delgadas, de allí su nombre. Pero si estas características hacen las piezas anaranjado delgado obras únicas, lo que termina de sorprender es su peso: son increíblemente ligeras en relación con su tamaño.
Entre las figuras predilectas de los artistas que elaboraron las piezas anaranjado delgado se encuentran aquellas en las que se funden una figura y una vasija, o una figura se transforma en recipiente. Un perro echado que es a la vez un gran recipiente, un pie-vaso o, como en este caso, una figura humana cuyo cuerpo se convierte en una vasija, como si de una enorme giba se tratara. La cabeza del personaje que emerge de esta vasija muestra la típica deformación craneana teotihuacana y un sencillo collar. El tocado, a base de dos pompones en los extremos de la cabeza recuerda los “cuernitos” del peinado femenino, pero en este caso se trata de un hombre.
Es difícil saber si esta vasija se usó para ingerir ritualmente alguna bebida o si se trata de un vaso para colocar algún líquido como ofrenda funeraria.
La cerámica anaranjado delgado se manufacturó exclusivamente en Teotihuacán, con pasta de arcilla procedente de la región de Cholula. Los diseños siguen modelos y temas teotihuacanos. Parece tratarse de una especie de monopolio. Por eso no dudamos en señalar a Teotihuacán como lugar de origen de esta vasija. Sin embargo, existe la posibilidad de que, una vez manufacturada en la metrópoli haya viajado a otra ciudad, como pieza de comercio de gran valor o como obsequio. Es de llamar la atención el buen estado de conservación del objeto, si consideramos que los entierros teotihuacanos no ocurren en criptas abovedadas sino en excavaciones de poca profundidad. Y los restos suelen quedar completamente cubiertos de tierra. Puede tratarse de un objeto ceremonial que quedó relativamente protegido del desplome de alguna habitación, por su ubicación bajo algún nicho o cerca de un muro.