La cerámica como un marcador arqueológico, es decir, como una pieza clave para entender a las sociedades del pasado de un periodo histórico específico, es útil a los investigadores por su abundancia en contextos arqueológicos. Así mismo, por su carácter utilitario y práctico muestra una importante presencia en contextos domésticos como la vida cotidiana de las personas.
La pieza que a continuación se describe corresponde a un artefacto utilitario, hecho para la vida diaria, se trata de un cuenco o cajete. Este fue elaborado mediante la técnica de modelado manual. Como se puede observar presenta severos daños y fracturas, que en buena medida fueron resarcidos mediante trabajos de restauración. Fue manufacturado en un tipo de barro de color café claro de tonalidad amarillenta, con poco desgrasante. Presenta una superficie alisada con un engobe de pintura color crema en su superficie interna y externa. Sobre esta última se aprecia también un decorado de pintura negra, probablemente de grafito. Este material es una roca de característico color negro que, al aplicarse sobre la superficie de una vasija, casi siempre pos-cocción brinda un tono lustroso y con brillo al artefacto.
Este tipo de decorados y acabados de superficie, así como la técnica de manufactura nos hace recordar a los estilos cerámicos del Centro de México en el periodo Posclásico (900-1521 d.C.) específicamente a la cerámica Tlahuica del actual estado de Morelos. Este desarrollo cultural y cerámico ha sido asociado en ciertos aspectos a grupos Chichimecas que se asentaron en el Centro de México desde los inicios del Periodo Posclásico y que se ubican más específicamente a la caída de la ciudad de Tula.
Esta región del sur de la Cuenca representó una zona donde se unieron diversas tradiciones cerámicas como la ya mencionada influencia Chichimeca y estilos locales que dieron como resultado nuevas tradiciones. Dentro de la cerámica del Posclásico resalta el uso del grafito como elemento decorativo, que, aunque presente en otras regiones del universo cultural mesoamericano, resalta en este contexto histórico marcado primero por la influencia Tolteca y posteriormente la Mexica.
A todo eso se debe de sumar el uso del color negro en Mesoamérica. Es conocido que el uso de esta tonalidad revistió importantes características simbólicas y culturales para las sociedades mesoamericanas. Su utilización como símbolo de poder político se relaciona también con su presencia como una reminiscencia a los ancestros, los rumbos del universo, la noche, el frio y el inframundo.
Los elementos vistos en esta unidad en su conjunto, no remiten a los cambios de la etapa posclásica en la Cuenca de México. La unión entre distintas tradiciones culturales se hacen patentes en la cultura material de las sociedades del México antiguo.