Pieza particularmente extraña donde a primera vista sorprenden las distintas áreas de cocción y el montaje aparentemente forzado de la máscara que cubre parcialmente el rostro del personaje; aunque el cuerpo es de factura correcta, la pintura roja adquiere tonalidades nada usuales en el repertorio cerámico del centro de Veracruz. La cantidad de chapopote usado sobre el tocado, también el espesor de la pintura, no es de ninguna forma común.
No es improbable que sea un objeto sólo en parte de origen prehispánico, elaborado en algún lugar entre las cuencas de los ríos Jamapa y Papaloapan; el cuerpo parece haber sido manipulado en época reciente con montajes a nivel de la cabeza con la intención de hacerlo del gusto de los coleccionistas. Este tipo de intervenciones orientadas a “crear” o “recrear” objetos de aspecto extraordinario que por su complejidad figurativa estuvieran fuera de los estándares del mercado de antigüedades, lamentablemente fueron muy comunes entre los años 50 y 70 del siglo XX; de hecho, no son pocas las piezas de este tipo que se han llegado a importantes museos de América y Europa, comenzando por las que se conservan en el Metropolitan Museum of Art de la ciudad de Nueva York, haciéndose pasar por antigüedades veracruzanas.
La figura que aquí nos ocupa retrata a un personaje cuyos brazos y piernas no llegaron hasta nosotros. El cuerpo es la única parte de la pieza que pudiera ser de origen prehispánico; el rostro, la máscara y el pesado tocado pintado de color negro y adornado con serpientes de cuerpos entrelazados, son muy probablemente montajes modernos. El barro es muy similar en todos los casos, pero no hay que olvidar que la falsificación de estas figuras llegó a ser en un momento dado un negocio particularmente fructífero que adquirió cierto grado de especialización artesanal, aunque la proporción entre arenas y arcillas no es la misma, como tampoco es igual la temperatura de cocción.
En suma, es muy poco probable que la cabeza y el tocado sean formas cerámicas modeladas en el pasado. De hecho, en la espalda de la figura se alcanza a distinguir la unión de secciones distintas, ensamblaje que permite distinguir entre el cuerpo y la cabeza. La pintura negra es densa y poco brillante, puesta con un gusto decorativo absolutamente distinto al que corresponde a los pueblos de la antigüedad; pero aquello que sin duda revela su actual condición es la máscara. Sencillamente no hay manera de hacer corresponder su perfecto estado de conservación con el nivel de alteración que presenta hoy en día el cuerpo. Además, prácticamente no hay forma de explicar que la misma máscara pudiera permanecer unida al rostro sólo en un extremo mientras que el cuerpo quedaba mutilado por acción del tiempo de piernas y brazos.
Como podrá verse la pieza tiene historias distintas aunque coincidentes, aquella que corresponde a su origen prehispánico y la que refiere el montaje reciente que se concentró en la cabeza, donde el rostro y la máscara fueron hechos con moldes probablemente antiguos y el abultado tocado con cabezas de serpiente surgió de un artesanado de imitación.