Esta obra de carácter performático consiste en una serie de siete lienzos de lino sobre los cuales el artista rocía con un aspersor la superficie de la tela, la indicación para la acción estipula 21 disparos cada vez. El líquido esparcido aleatoriamente ocasiona el deterioro que impregna la tela; las condiciones climáticas se encargan de evaporar las huellas líquidas, generando una imagen abstracta que registra literalmente una acción en el tiempo.
Como un organismo vivo cuyo estado interactúa con el ambiente, esta obra materializa el devenir temporal de la imagen. Por medio de esta apuesta repetitiva y circular, el artista emprende una acción en la que conjuga los extremos que estructuran sus series: de la imagen al monocromo y del monocromo a la imagen.