En el Posclásico tardío, muchas de las grandes vasijas e incensarios presentaban aplicaciones que revelaban su función y su conexión con una deidad y un ritual específico. En el caso de las vasijas más pequeñas, estas formas podían servir como soportes, mientras que en las vasijas más grandes se incrustaban en las paredes de la pieza.
En el caso de esta pieza, se puede observar una aplicación en forma de cabeza de un personaje anciano. Esta forma fue creada utilizando un molde, y en la parte posterior se pueden apreciar vestigios del punto de unión con la pieza, ya que presenta una textura menos uniforme y más rugosa.
La pieza representa un rostro con ojos ovalados y cejas prominentes en forma de dos medios círculos que se extienden hasta el entrecejo. Aunque la sección de la nariz está fracturada, se aprecian las arrugas que la conectan con la parte inferior de la pieza. La boca abierta tiene una forma circular y muestra la representación de dos dientes, evocando a una persona chimuela. A cada lado de la cabeza, se encuentran dos orejas grandes en forma de rollos, conocidas como "tipo hongo" debido a su similitud con un champiñón partido por la mitad y colocado como oreja. El tocado, de superficie lisa, presenta una hendidura en forma de V en la parte superior, que divide la figura en dos secciones distintas.
La presencia del rasgo distintivo de la oreja tipo hongo en esta pieza nos indica que fue elaborada durante el Posclásico tardío, que abarca el período comprendido entre 1250 y 1521. Además, las arrugas y la representación de dos dientes son características que se utilizaban para representar a las personas mayores. Sin embargo, dado que no existen otros indicios que nos permitan identificar específicamente a quién se representa en esta pieza, su identificación se vuelve complicada.
Durante el Posclásico tardío, se encontraban algunas deidades ancianas , como Huehueteotl, conocido como el "dios viejo". Esta deidad había surgido en el Preclásico tardío y desempeñó un papel destacado en ciudades como Cuicuilco, así como en la majestuosa urbe de Teotihuacan. Huehueteotl era reverenciado como el dios del fuego, una figura de gran importancia en la cosmovisión mesoamericana. Sus representaciones solían retratarlo con un rostro arrugado y encorvado, portando un brasero sobre su cabeza, símbolo de su dominio sobre el elemento del fuego.
Asimismo, cabe mencionar a los dioses creadores Oxomoc y Cicpactonal, quienes también eran representados como ancianos. A estos dioses se les atribuía la creación y regulación del tiempo en la cosmogonía mesoamericana. Sus figuras se encuentran plasmadas tanto en la pintura mural del Templo calendárico de Tlatelolco como en el códice Borbónico, lo cual evidencia la amplia difusión de sus imágenes y la importancia que se les atribuía en la concepción del tiempo y la creación en estas culturas.
A pesar de ello, no es posible vincular de manera definitiva la aplicación de la cabeza anciana con una deidad en particular. Sin embargo, su presencia sugiere que la vasija desempeñaba un papel importante en un contexto ritual o simbólico. Aunque sus funciones exactas y otros aspectos relacionados aún son desconocidos, esta pieza nos invita a especular sobre su significado y su posible conexión con prácticas y creencias de la época.