La cultura Teotihuacana se destacó como una de las grandes civilizaciones de Mesoamérica. Esta sociedad se convirtió en un hito trascendental en la historia del México Antiguo, no solo por ser la primera en erigir una gran urbe en el continente americano, sino también por su profunda influencia en la creación de ideas y concepciones del mundo que trascendieron por más de un milenio, inclusive después de la llegada de los españoles.
Además, los teotihuacanos se apartaron de las representaciones artísticas que se habían desarrollado siglos antes, dejando atrás el naturalismo característico de las figuras olmecas para dar paso a una marcada abstracción. En la cultura Teotihuacana, podemos observar cómo las formas se reducen al mínimo, creando cuerpos a partir de cuadrados y rectángulos, y simplificando al máximo las formas curvas, conservando solo lo esencial.
En este caso se trata de dos cabezas de figurillas teotihuacanas que se caracterizan por su simplicidad. Estas piezas tienen una forma de trapecio con las aristas redondeadas, siendo la parte superior más ancha que la inferior. La nariz es redonda y sobresale ligeramente, mientras que los ojos y la boca se delinean de forma sutil con líneas incisas, creando una forma ojival y otorgando al rostro una sensación de serenidad y calma, sin transmitir emociones específicas. La frente es notablemente amplia, ocupando casi la mitad de la altura de la pieza.
Estos rostros eran creados utilizando moldes. Primero, las facciones se grababan en negativo en el molde. Luego, se colocaba un trozo de arcilla y se aplicaba presión para que la forma deseada se plasmara en la masa de barro, mientras que en la parte posterior quedaba una textura más rugosa. Estas cabezas se solían unir a cuerpos simples mediante un cuello grueso, el cual todavía es visible en la figurilla número uno.
La primera pieza muestra signos evidentes de intemperismo. Los ojos y la boca apenas son distinguibles, y la nariz ha desaparecido por completo, dejando solo dos cavidades que representan los orificios nasales. Además, en la parte superior se puede apreciar una pequeña protuberancia rectangular que probablemente formaba parte del tocado.
En contraste, la segunda pieza se encuentra en mejor estado de conservación. Se puede distinguir un engobe anaranjado en su superficie. Los ojos conservan parcialmente su forma original: el ojo derecho presenta una línea curva inferior, mientras que el ojo izquierdo mantiene su línea curva superior. La boca conserva su forma ojival característica. La nariz muestra una leve curvatura, y en la parte superior se conservan dos sutiles curvaturas que son características de estas piezas.
En el Museo Amparo, se preservan figurillas como Personaje sentado con escarificación en los hombros, que nos brindan una idea de cómo debieron ser los cuerpos de estas piezas.