En los registros arqueológicos de los asentamientos mexicas, se pueden encontrar numerosas figurillas que desempeñan un papel significativo como evidencia material. Estas figurillas, elaboradas principalmente en barro anaranjado mediante la técnica del moldeado, presentan una apariencia estilizada y plana. Originalmente, se les aplicaba una capa de estuco que, en muchos casos, ha sufrido daños o ha desaparecido con el paso del tiempo. No obstante, en aquellas figurillas que se han conservado en mejor estado, se pueden apreciar trazas de pintura y elementos decorativos sobre el estuco, los cuales otorgan a cada figura una identidad distintiva. Estas representaciones pintadas abarcan detalles como vestimentas, adornos, colores y símbolos que reflejan la diversidad y el simbolismo arraigados en la cultura mexica. A través de estas figurillas, se puede explorar la riqueza y la complejidad de la cosmovisión y la vida cotidiana de esta antigua civilización.
Esta pieza representa la cabeza de una figurilla de arcilla anaranjada, moldeada con cuidado y precisión. Su forma circular y los rasgos faciales simplificados dan lugar a una representación estilizada. Los ojos y la boca se esbozan en forma de óvalos, mientras que la nariz adquiere un relieve sutil. Las cejas se marcan mediante dos líneas curvas y las orejas, ubicadas a los lados de la cabeza, adoptan una forma característica del periodo Posclásico, que recuerda al corte transversal de un hongo. Justo debajo de esta sección, se observan dos grandes círculos que simbolizan las orejeras.
La cabeza está enmarcada por una banda que consta de una sección vertical a cada lado y una sección horizontal en la parte superior, que posiblemente representa el cabello. Sobre esta banda, se sitúa un tocado ovalado delimitado por una pequeña banda adicional.
La vista posterior de la pieza revela una superficie completamente plana, sin ningún detalle distintivo, lo que sugiere que fue elaborada utilizando un molde. Además, se pueden apreciar rastros de cal en las cavidades que conforman la figura, indicando que originalmente la superficie no presentaba el color anaranjado del barro que se observa actualmente, sino que estaba recubierta por una capa de estuco. Sobre esta superficie blanca se aplicaban líneas negras para resaltar las diferentes partes del cuerpo y se pintaban los atributos necesarios para dotar a la pieza de su identidad. Lamentablemente, debido a la pérdida de estos elementos, no es posible acceder a información detallada sobre su identidad. A pesar de ello, esta figurilla nos ofrece una mirada fascinante a la técnica y estilo artístico de la época, así como a la importancia de la pintura y los atributos simbólicos en la representación de las figurillas mesoamericanas.