Los monos son animales que han capturado la atención de las personas debido a su sorprendente similitud con los seres humanos. Esto les ha otorgado un significado especial en diversas culturas. Por ejemplo, entre los mexicas se creía que durante el segundo sol conocido como "4 viento" (Nahui Ehectal) había existido una humanidad que fue destruida por un poderoso viento que arrojó a las personas por los aires. Aquellos pocos que lograron sobrevivir se ocultaron en los árboles y se transformaron en monos.
Esta pieza es una representación de un mono, tallada en jadeíta o serpentina verde. Debido a su forma sencilla, se puede asociar con la tradición Mezcala.
La pieza tiene una forma ovalada similar al número 9. Siguiendo la tradición, las piernas están delineadas mediante desgastes, con una línea que separa la pantorrilla del muslo y otra que divide el muslo del vientre. El torso adopta una forma de medio círculo, creando la impresión de un vientre abultado. En la parte superior del torso, se extiende un brazo desde el lado izquierdo, girando en el cuello y proyectándose hacia atrás para sujetar la cola. La cabeza está de perfil y presenta una forma de "C", con desgastes que separan el brazo de la cabeza y definen las cuencas oculares. Se destaca un pronunciado copete, característico de las representaciones prehispánicas de este animal. Los ojos se crean a través de dos pequeñas perforaciones, mientras que una línea incisa traza una sonrisa.
La espalda y la nuca forman una línea recta, y desde la sección de los muslos emerge una cola en forma de semicírculo que se extiende hacia arriba hasta la parte superior de la cabeza. La pieza cuenta con una perforación en el cuello, lo que nos permite inferir que funcionaba como un pendiente en la época prehispánica.
En la lengua náhuatl, el mono era conocido como ozomantli y ocupaba un lugar destacado en el imaginario de las personas. Según Seler, estos animales eran considerados como seres alegres, divertidos y entretenidos, lo que los asociaba con el canto y el baile. Sin embargo, debido a su comportamiento libidinoso, también se les vinculaba con las transgresiones sexuales, el placer prohibido y la muerte. Estos atributos los relacionaban tanto con Huehuecoyotl, el dios de las artes, la música y la danza ceremonial, como con Xochipilli, el dios vinculado a las flores, la alegría, la música, el canto y el trance alucinatorio.
La importancia de este animal era tan significativa que el undécimo signo del calendario llevaba su nombre, y se creía que las personas que nacían bajo este signo adquirían las características propias del mono. Según fray Diego Durán, eran descritos como individuos alegres, truhanes, graciosos y hábiles en la representación artística, quienes solían ganarse la vida a través de estas habilidades. Se decía que tendrían numerosos amigos y serían bien acogidos por reyes y señores. En el caso de las mujeres, se les atribuía ser cantoras, regocijadas, graciosa, aunque no necesariamente muy honestas o castas, de risa fácil y persuasibles a cualquier asunto.