Los animales desempeñaron un papel fundamental en la cultura mesoamericana, tanto en su vida cotidiana como en su cosmovisión y simbolismo. En Mesoamérica, los animales eran considerados seres sagrados y poderosos, dotados de cualidades y características especiales. Eran venerados como dioses, representaciones de divinidades o espíritus protectores, y se les atribuían poderes sobrenaturales. Los animales también tenían una presencia significativa en la mitología, los rituales y las ceremonias, donde se creía que podían comunicarse con los dioses y actuar como intermediarios entre el mundo terrenal y el espiritual. Además, los animales tenían un valor económico y alimenticio, ya que proporcionaban recursos como carne, piel, plumas y huesos, utilizados en la vida diaria, el comercio y los intercambios rituales. En el arte mesoamericano, los animales eran representados en esculturas, pinturas y cerámicas, mostrando la diversidad de especies y su importancia en la cosmología y la identidad cultural de los pueblos.
El estilo Mezcala se destacó por su atención y representación de animales, además de figuras humanas, máscaras y templos. Sin embargo, a diferencia de las figurillas que mostraban una convencionalidad en las representaciones humanas, en las obras zoomorfas se encontraba una amplia variedad de seres animales. Estas esculturas capturaban la diversidad de la fauna, representando jaguares, monos, ardillas, aves, perros, ranas, serpientes, tortugas, caracoles, peces y arañas, entre otros.
Las formas zoomorfas en el arte mesoamericano, como se puede apreciar en esta pieza, son creadas con gran destreza por los artesanos. Mediante cortes estratégicos en el borde de la pieza, se logra representar la figura del animal con sorprendente precisión. En el caso de esta figurilla, de su forma almendrada se logra delimitar el lomo mediante dos cortes en la sección superior, que lo separan de la cola y la cabeza. Un desgaste en la parte inferior crea la curvatura de la cola, mientras que otro corte separa las patas del animal, generando una forma de A entre las patas y el lomo. Otro desgaste adicional separa la cabeza de las patas, creando una reducción de grosor en esta área. La cabeza presenta un corte para formar la boca, y el borde se desgasta cuidadosamente en ambos lados para darle forma, con un corte adicional en el centro que representa las orejas del animal. Por último, dos perforaciones, una a cada lado, dan vida a los ojos. Estos detalles minuciosos y precisos reflejan la habilidad y maestría de los artesanos mesoamericanos en la creación de formas zoomorfas, que capturaban la esencia y la belleza de los animales.
La presencia de concreciones de cal y una perforación en la extremidad trasera de la pieza indican que esta figurilla tenía un uso funcional como un pendiente. Sin embargo, más allá de su utilidad práctica, los elementos visuales presentes en la figura nos permiten identificar al animal representado como un jaguar. Su distintiva gran cola, el lomo curveado y las pequeñas orejas circulares son características que se asocian comúnmente con este felino. En la época prehispánica, el jaguar era considerado uno de los animales más poderosos y simbólicos, y se le asociaba con lo húmedo, lo nocturno y lo femenino. Junto con el águila, que representaba lo seco, lo solar y lo masculino, el jaguar representaba una dualidad de fuerzas antagónicas que creaban y equilibraban el mundo.