En la producción artística de Gabriel Orozco están presentes una serie de preceptos como la tensión naturaleza/cultura, el papel de los gestos mínimos para desnaturalizar la percepción y el enorme potencial de la transformación de los materiales. Cada medio o lenguaje, sin embargo, le permite tomar distintos senderos en sus exploraciones. En el caso de sus fotografías, se añade un pensamiento específico sobre temporalidad que estas disponen y la forma en que han sido construidas.
En estas imágenes, por ejemplo, son tangibles las observaciones que el crítico e historiador del arte alemán Benjamin Buchloh ha hecho sobre su trabajo escultórico, en el sentido de que emplea con gran libertad estrategias, convenciones y definiciones del género para redefinirse y apostar por una sensación de profundo desconcierto en el espectador. Lo anterior es resultado de una mirada sensible que introduce pequeñas modificaciones en objetos encontrados o enmarca de maneras inesperadas disposiciones que es imposible volver a ver de la misma forma.
En este conjunto de fotografías, Helicóptero (2005) muestra una carretilla de construcción que ha sido invertida (ha perdido su función) y sobre la cual se disponen tres tablas que le convierten en un dispositivo con nuevas posibilidades; una suerte de ready-made momentáneo y precario. En Treeguard (2010), por otra parte, dirige la mirada sobre una práctica común en las jardineras en México, donde se colocan barreras –generalmente permeables– para proteger las plantas de un peligro con frecuencia imaginario; el recurso, que tiene siempre algo de absurdo, alcanza un nuevo nivel debido a la inexistencia del árbol.
En un texto sobre la relación entre la práctica escultórica y la producción fotográfica de Orozco, la crítica de arte María Minera ha destacado la complementariedad entre lo que tienen de específico ambos lenguajes en su producción. “Pero, ¿entonces la fotografía no es la obra sino mero registro? ‘Sí es la obra’, ha dicho Gabriel Orozco. ‘Pues en ciertos casos es la única manera que tengo de presentar algo, una idea, una experiencia. No uso la foto de un modo ‘paternal’, de documento que sirve para mostrar algo importante a los demás […] Eso no me interesa. Intento que la foto se presente como una silla, un árbol, como un hecho: ahí está’. La cosa es que eso que ‘ahí está’ lo está, pero en un presente insostenible fuera de la imagen fotográfica”. En esa negociación, considera Minera, la fotografía no solo capta, sino que también esculpe. A Gabriel Orozco no le interesa el momento decisivo, nombró su texto en 2019, el cual niega la máxima de Henri Cartier-Bresson –paradigma de una tradición de imagen periodística y documental en el siglo XX–, para sugerir cómo el medio fotográfico y sus posibilidades técnicas en realidad sirven a una práctica escultórica que tiene como principio el desconcierto.
CGV- enero, 2021
Referencias:
“Gabriel Orozco: La escultura de la vida cotidiana”, en H. D. Benjamin Buchloh et al., Gabriel Orozco, Kunsthalle Zurich, Zurich, 1996.
https://especiales.gatopardo.com/aperture-fotografia-gabriel-orozco-forma-escultorica/