En el arte de la cultura de las tumbas de tiro, asentada en gran parte del Occidente de Mesoamérica, el ser humano es un tema privilegiado en la escultura, se conjunta con la exhibición del cuerpo desnudo o con escasa indumentaria, si bien, con modificaciones físicas, elementos decorativos, objetos que portan y ademanes que participan en la identidad de quien se representa. La figuración femenina es abundante y variada en las múltiples modalidades estilísticas zonales que se advierten en la producción cerámica.
Esta obra de formato pequeño es una muestra de la elevada calidad alcanzada por los artistas en el modelado del barro. Exhibe una fina manufactura realista, con atención especial en detalles como los rasgos faciales y la joyería, que consiste en aretes circulares, collar con pendiente de disco -del cual puede verse en la espalda la continuación, incluso con el detalle del broche- y numerosos aros que cubren la mitad superior de los brazos. Pudiera pensarse que se trata de la imagen de una mujer de jerarquía alta, acaso con intenciones retratísticas con el fin de acompañarla en su entierro y perpetuar, por medio del mismo objeto, su existencia vital; la boca entreabierta sugiere que habla y toda la figura remite a un estado de vida.
Fue hecha en los talleres que generaron el estilo Tuxcacuesco-Ortices, nombre de dos poblaciones de Jalisco y Colima respectivamente. Las proporciones apegadas a la anatomía natural y los ojos como aplicaciones planas la inscriben en el subtipo “realista ojo ciego”; es factible que las pupilas hayan sido pintadas, aunque el uso de pigmentos en dicho estilo es acotado. Con frecuencia, en el arte de esta cultura las mujeres visten sólo falda o un lienzo entrecruzado y atado a la cintura que da lugar a la prenda llamada enredo o cueitl en náhuatl, como en este caso. Acorde con las convenciones de su estilo el torso es esbelto, de modo que los senos pequeños no son indicativos de adolescencia; más bien parece una mujer madura joven. Resulta llamativa su abultada cabellera con incisiones paralelas y entrecruzadas que marcan cabellos peinados.
Retomando la mención inicial al cuerpo, añadiré que el énfasis en lo anatómico y su tridimensionalidad son algunas de las características estilísticas principales de este arte escultórico a lo largo de todo el territorio en el que se desarrolló el pueblo de las tumbas de tiro –Nayarit, Jalisco, Colima, sur de Zacatecas y partes colindantes de Michoacán-. En consonancia con ello, en la pieza que vemos se sugiere que el enredo cubre un sobresaliente par de nalgas y una cadera ancha, acentuada por la estrechez de la cintura. Desde nuestro horizonte, a siglos de distancia y con diferentes percepciones culturales, cabe notar la sensualidad de estas antiguas imágenes de los habitantes de la región que, sin duda, es producto de una honda sensibilidad artística por parte de sus hábiles creadores.