Entre las piezas más representativas de la región de occidente se encuentran las vasijas zoomorfas. Dentro de ellas, las que tienen una forma de canido son las que han llamado más la atención, a pesar de que existe una gran variedad de fauna que se despliega en ellas. Los perros adquieren una gran variedad de posiciones: algunos se encuentran agazapados.; otros están parados con una posición erguida, algunos más están echados e, incluso, pueden tener diversos elementos en su boca, como mazorcas.
La pieza 1 de la colección del Museo Amparo es un botellón zoomorfo. Su base es plana, el fondo es cóncavo y las paredes son curvoconvergentes. El cuello sale inclinado de la sección posterior del cuerpo. Sus paredes son rectoconvergentes y tienen un labio plano, con el cual se crea una boca circular.
Un elemento característico de esta cerámica es su color rojo oscuro de una tonalidad intensa, el cual se consigue por medio de un engobe, el cual en ocasiones puede descarapelarse y dejar visible el barro original. Como ocurre en la parte superior de la pieza.
Generalmente, estas piezas se encuentran bellamente pulidas, alcanzándose a distinguir las huellas de este proceso. Asimismo, a diferencia de otras tradiciones cerámicas que buscaban un acabado homogéneo de las piezas. En esta vasija se observan nubes de cocción, que oscurecen la zona superior del cuerpo. Además, la pieza presenta pequeñas manchas negras, como salpicaduras que pudieron realizarse después de su elaboración.
Lo más distintivo de la pieza es la forma que adquiere el cuerpo del botellón, ya que por medio de un molde se le dio la forma de un perro echado. Emergiendo de las paredes se distingue, a la izquierda de la cabeza, una pata doblada en un ángulo de 45 grados. A la derecha de la cabeza se representa la otra pata delantera de una manera recta, destacándose el codo. La pata trasera izquierda se marca en la parte frontal de la pieza, con una línea en forma de Z; mientras que la pata trasera derecha únicamente se simula con una línea curva. Con estos recursos se representa la pierna, el extremo del corvejón y el corvejón de las extremidades del cánido. En cambio, en el lado derecho de la pieza, está una pequeña curva que representa la cola, la cual se dobla hacia el interior de la pieza.
En el extremo izquierdo, se encuentra una forma esférica alargada que representa la cabeza del perro. En cada extremo de la parte superior surgen dos triángulos con una ligera concavidad que representa las orejas. Mientras que, con una incisión se representa la boca; dos pequeños orificios simulan la nariz, unas incisiones romboidales crean los ojos y una línea vertical incisa, cruza la cabeza del perro.
Estas piezas comúnmente se encuentran en las tumbas de tiro, acompañando el cuerpo de una persona. Debemos destacar que el perro en las culturas prehispánicas era un psicopompo o un elemento que ayudaba a los muertos en el tránsito hacia la muerte. Por ello, no es de extrañar la presencia de vasijas de cánidos en estos contextos, como la pieza número 1 de la colección del Museo Amparo.