Esta figura representa a un sacerdote personificando al dios conocido en náhuatl como Xipe Tótec –que se puede traducir como “nuestro señor desollado”– deidad relacionada con la renovación de la vegetación en la primavera.
El culto que se le daba incluía un ritual de desollamiento: a las víctimas sacrificiales destinadas a su culto se les retiraba la piel completa, una vez muertas, desde la altura de los muslos o rodillas hasta lo alto de la cabeza. Durante las fiestas dedicadas a Xipe, algunos sacerdotes se vestían durante varios días con las pieles de quienes habían sido sacrificados; una vez concluida la celebración, las pieles postizas eran enterradas en el interior de cuevas.
El vestir la piel de la víctima sacrificada simbolizaba la renovación cíclica de la corteza o piel de la tierra. La nariguera que porta esta representación tiene la forma esquemática de una mariposa, insecto que asimismo connota regeneración pues se transforma de larva a un animal que vuela.