En esta serie de fotografías instantáneas, el artista aparece con el cuerpo desnudo en posiciones diversas y poco convencionales. Lo hace en relación con una multiplicidad de materiales; entre ellos, pieles de animales, como una de cocodrilo con la cual parece establecer un vínculo desde lo orgánico. Podría decirse que de esa animalidad ha tomado algunas de sus posturas físicas (No. 62, No. 63); o bien, que sugiere o evidencia algún tipo de parentesco o familiaridad. Con encuadres que focalizan partes del cuerpo como las piernas o los genitales, subrayando su enorme potencialidad plástica, los autorretratos fueron también intervenidos pictóricamente.
Como en su trabajo pictórico, gráfico y escultórico, estas producciones fotográficas de Francisco Toledo configuran un espacio de encuentro entre materialidades y tradiciones de representación. Asimismo, la serie de instantáneas puede situarse como parte de un ejercicio constante de autorrepresentación a través de la fotografía que se extendió por la década de 1990; ampliamente conocida es la fascinante imagen Mues inmóviles 1 (1993), donde su cuerpo recostado en un petate, con las extremidades extendidas, se hibrida con –y en cierto modo revive– la piel de un reptil delante de la cual sobresale su pene erecto. En lo que toca a la pintura, por otra parte, múltiples ensayos de la autorrepresentación se reunieron en la exposición Naa Pia’, Yo mismo (IAGO, Oaxaca, 2017).
Como ha planteado el poeta David Huerta, en los autorretratos de Toledo es tangible un desbordamiento de éste como género artístico propio de la modernidad: muy poco queda de una representación mimética o convencional centrada en el rostro del sujeto. Por otra parte, propone atender sus incursiones en el género por su característica mutabilidad: “Atestiguamos cómo se estudia: Toledo se asoma al espejo, al agua, se mira en un cristal y observa un rostro hecho con partes animales, cubierto con la epidermis de un reptil. Se mira mirarse, se pinta pintándose, con un animal o con la muerte sobre la cabeza”.[1]
Como otras de sus obras, Mujer atacada por peces (1972), las relaciones entre lo animal y lo sexual son un ángulo posible de aproximación. Sin embargo, es pertinente observar las tensiones entre las construcciones de lo natural y lo cultural en lo que se ha llamado su ingenio erótico, sensual o el papel de la pulsión sexual. En tal sentido, es de interés la respuesta que el artista dio a la periodista Silvia Lemus en una entrevista para el Canal 22: “Hago estas imágenes como parte de una cultura que hay en el pueblo. No sé si es el caso especial de Juchitán, pero en los pueblos de la Costa Chica se habla francamente del sexo. Como no hay la fuerza de la religión, a lo mejor esto nos ha hecho muy sueltos de la boca para hablar de sexo o tratarlo de una manera más relajada, más natural. En la nuestra hay una tradición de cuentos groseros, eróticos, hay muchos juegos de palabras. Creo que viene un poco de eso. En la lengua zapoteca todo se dice, no hay nada que se esconda o que dé pena. Eso puede pasar en mi pintura y en mis imágenes”.
CGV- enero, 2021
Referencias
David Huerta, “Automímesis con iguanas en el trasfondo”, en Francisco Toledo. Obra 1957 – 2017, Fomento Cultural Banamex, México, 2016. Consultado en: https://www.proceso.com.mx/reportajes/2019/9/14/autorretratista-231092.html
https://issuu.com/lajornadaonline/docs/nuestro_toledo
https://www.milenio.com/cultura/laberinto/el-genio-de-francisco-toledo
https://www.youtube.com/watch?v=0PNYv5ZUhJU
https://www.proceso.com.mx/nacional/2016/10/2/la-pasion-fotografica-de-toledo-171281.html
[1] David Huerta, “Automímesis con iguanas en el trasfondo”, en Francisco Toledo. Obra 1957 – 2017, Fomento Cultural Banamex, México, 2016. Consultado en: https://www.proceso.com.mx/reportajes/2019/9/14/autorretratista-231092.html