Las sociedades del occidente de México durante el Clásico tenían una fuerte jerarquía. A pesar del tamaño, las piezas que se han encontrado en las tumbas de tiro nos muestran algunas de las actividades que se realizaban en los poblados. Así, vemos que en la arcilla se modelan cautivos, guerreros, danzantes, sacerdotes, gobernantes, por mencionar sólo algunas actividades. En estas figuras la jerarquía se distingue según su decoración. En ocasiones vemos cómo ostentan lujosos atuendos con un rico decorado y, en otros casos, los elementos que poseen son muy sencillos. Asimismo, la posición en la cual se decidió modelar la pieza dice muchas cosas de la persona: los guerreros ostentan sus porras o se protegen con su escudo; los sacerdotes danzan descontroladamente o consumen algún alucinógeno, y los gobernantes, por lo general, se encuentran sentados, observando, y mostrando su poder al representarse solemnes e inamovibles.
En el caso de la sexta figura del número de catálogo 738 de la colección del Museo Amparo, se representó a un hombre sentado. De esta figurilla, modelada en barro, solamente queda el torso y parte de los brazos, lamentándose que la cabeza y los pies se hayan perdido y sólo quede el desplante de estas partes.
El torso se representó de forma cilíndrica con las paredes rectas. De los lados, en la sección superior, salen dos formas tubulares que se curvean hacia adentro para representar los brazos. La extremidad izquierda está fracturada por la mitad, mientras que la derecha está rota casi al llegar a la mano. Los pies se encuentran completamente perdidos, pero por su desplante en la sección frontal de la pieza, lleva a pensar que se encontraban flexionados, representándose al personaje con los pies extendidos hacia enfrente.
Lo más llamativo de la pieza es el atuendo. En la parte de la cintura se encuentra una banda que recorre la espalda y se anuda al frente, simulando un maxtlatl (taparrabos). Sobre los hombros lleva una prenda compuesta por cuatro tiras rectangulares. Dos de ellas le caen al frente sobre el pecho, prolongándose hasta la mitad del torso, mientras que las otras dos le bajan por los brazos, llegando poco más arriba del codo. En medio de este atavío se encuentra una forma anudada y a los lados se aprecia el desplante del tocado, el cual, por la zona de donde surge, debió tener un gran tamaño y resaltaba la importancia del personaje.
Asimismo, la pieza debió tener un engobe rojo que cubría la superficie de la figura, del cual únicamente se distinguen pequeños restos. También, por toda la pieza se encuentran concreciones de tierra, las cuales son más evidentes en las oquedades de la figura.
Esta pieza debió de representar a un gobernante o a una persona con una alta jerarquía. Esto lo expresa su posición, al encontrarse sentado y erguido; también su atavío ayuda a esta idea, no sólo por la representación del taparrabos y la prenda que le cubre los hombros, sino por los pequeños rastros que quedan del tocado. Todo ello nos lleva a ver a alguien que ostenta el poder. Además, si se compara con otras representaciones de gobernantes de la época, se puede distinguir las maneras que existían de representar el gobierno y a quien lo ejercía, tema que aún está por estudiarse más a fondo.