Teotihuacán fue una gran ciudad cuyo auge se dio entre el 100 a.C. y el 650 d. C. aproximadamente, es decir, durante el horizonte cultural conocido como Clásico (200 - 900 d.C.); esta fue una de las urbes de mayor tamaño que se conocen y actualmente es un yacimiento arqueológico de gran importancia. El sitio es famoso por su arquitectura monumental, que se caracteriza por su horizontalidad, por sus restos murales, como el Tlalocan, y por sus numerosas piezas cerámicas y escultóricas.
La figura es de estilo teotihuacano, representa a un individuo ataviado con un rico tocado y posiblemente es de género masculino; el cabello corto, además, es indicio de que se trata de un infante.
El personaje representado posee un rostro de eterna inexpresividad, este incluso da la sensación de ser inerte: los labios son gruesos, están cerrados y forman una delgada línea casi horizontal, la nariz es bulbosa, ancha y los ojos se perciben con párpados entrecerrados que se plasmaron mediante dos líneas horizontales; incluso es posible percibir un ligero bajorrelieve que simula la cuenca de los globos oculares. Esto, en conjunto, hace pensar que el personaje está muerto.
El individuo tiene los lóbulos de las orejas horadados y estos portan enormes orejeras en forma de plato: estas tienen un patrón geométrico de círculos concéntricos, son casi del tamaño de la cara y son tan detalladas que permiten distinguir dónde termina la piel y dónde comienza el ornamento, sobre todo la del lado izquierdo.
Podemos apreciar que la figurilla posee un peinado en forma de fleco, este rodea toda la frente, parte de la cabeza y fue marcado mediante incisiones que forman gruesas líneas que bajan desde la coronilla. El tocado del personaje se distingue por dos aros gruesos situados al frente y sobre el cabello, estos elementos remiten fuertemente a las llamadas “anteojeras” de Tláloc, motivo sumamente común y abundante en el arte teotihuacano; el atavío está rematado por un elemento cuyos detalles han sido erosionados por el paso del tiempo, no obstante, es posible que estuviera hecho de algún material textil.
La pieza conserva pocos restos de pigmento rojo, estos se aprecian en el ojo derecho. Por otra parte, la figurilla fue elaborada mediante modelado, mientras que los detalles del cabello, labios y ojos fueron aplicados con la técnica de incisión.
Finalmente, hay que agregar la observación de que la figura se percibe rota del lado derecho, es posible que esta perdiera algún elemento del tocado o que haya estado unida a un conjunto más grande.
Los artefactos de barro son muy propensos a sufrir daños ocasionados por fracturas, sin embargo, es necesario recordar que algunos pueblos mesoamericanos practicaban diversas formas de sacrificio ritual, como la decapitación, que no solo eran aplicadas a individuos de carne y hueso, sino también a esculturas y figurillas cerámicas. El aspecto fúnebre de la figura comentada podría ser un indicio de que su destrucción parcial fue intencional y no un efecto del paso del tiempo o de una manipulación inadecuada.