El arte mesoamericano tuvo cierta predilección por representar el rostro humano, posiblemente porque es uno elementos que diferencian más claramente a un individuo de otro. La pieza 1280, proveniente de Teotihuacán, fue elaborada durante el período Clásico (150 a. C - 750 d. C.) y, junto con la pieza 1279, constituye un claro ejemplo de la apropiación cultural de estilos.
La figura se diseñó a partir de un bloque de piedra trabajada con la técnica de desgaste. Es casi seguro que esta pieza no fuera una máscara, pero sí un elemento pensado para ajustarse o amarrarse, pues posee perforaciones cuya función era permitir el paso de una cuerda o un hilo.
En este rostro de piedra se aprecian grandes ojos que tan solo poseen el párpado superior, este rasgo facial fue tallado en el material, profundamente, mediante la técnica de incisión. La boca fue realizada con la misma técnica logrando así un diseño simple de líneas que simulan labios gruesos y prominentes. Las orejas, en cambio, son planas y fueron elaboradas mediante dos protuberancias unidas entre sí, estas representan el lóbulo y la hélice.
Las formas anteriormente mencionadas son abstracciones de los rasgos faciales humanos, práctica muy común en el llamado estilo Mezcala, caracterizado por la esquematización de los contornos del rostro y del cuerpo. Los teotihuacanos adoptaron este estilo y lo representaron en el trabajo en piedra, es decir, que incluso preservaron el soporte original utilizado en la cultura Mezcala.
Por otra parte, la nariz contrasta con el resto de los rasgos faciales, pues fue representada con cierto realismo y naturalismo: esta es prominente, achatada y tiene una pequeña curvatura, además, se observa que los pliegues nasales son notablemente abultados.
Esto fue una innovación implementada por los teotihuacanos, quienes modificaron el estilo adoptado de acuerdo a sus propios cánones estéticos lo que dio como resultado una amplia gama de trazos y formas acordes al diseño que se le quería dar a piedra. De esta manera la figura 1280 muestra diferencias y variaciones que no están presentes en otras piezas.
La presencia de este tipo de objetos en el Altiplano Central obedece a un intenso intercambio cultural, y posiblemente comercial, entre Teotihuacán, ubicado en el Valle de Toluca y los pueblos del Occidente mesoamericano, específicamente aquellos que habitaron el actual territorio del estado de Guerrero. Cabe resaltar que los teotihuacanos incluyeron numerosos préstamos estilísticos en su repertorio artístico.