La maternidad, y todo lo relacionado a ella, fue uno de los motivos más recurrentes del arte mesoamericano. La pieza 656 fue elaborada en Tlatilco, por lo que se enmarca en las tradiciones estilísticas del Altiplano Central durante el Preclásico (2500 a. C.- 500 a. C.).
La figura está hecha de barro modelado y es la representación de un cuerpo femenino desnudo que, lamentablemente, presenta pérdida de extremidades y elementos decorativos, lo que dificulta una apreciación óptima del objeto. Las extremidades conservadas indican que la pieza guardaba proporciones asimétricas.
La mujer representada posee algunos de los rasgos relacionados con la fertilidad: muslos gruesos y caderas abundantes; los miembros inferiores están separados por una línea muy marcada, sin embargo, no resulta claro si se trata del sexo del individuo. El torso es plano y en este resaltan un par de senos asimétricos y elaborados mediante la técnica de pastillaje. El brazo izquierdo es el único que se conserva, este es minimalista y posee manos detalladas con cuatro dedos señalados por incisiones.
La mujer carga un personaje que, desafortunadamente, está quebrado y ha perdido cabeza, no obstante, es posible conjeturar que se trata de un bebé. Este tipo de figuras son comunes dentro del arte mesoamericano, en especial en las figurillas elaboradas durante el Preclásico pues existió un interés notorio por representar el papel que desempeñaba la mujer como protectora y educadora de los recién nacidos.
Los rasgos faciales parecen indicar que esta pieza se elaboró de forma defectuosa: los ojos son almendrados y poseen incisiones que simulan la pupila, no obstante, estos se perciben desfigurados, pues se han mezclado con el detalle de los párpados. Las mejillas son abundantes, la nariz es chata y la boca presenta una evidente malformación, pues esta es doble.
En este caso se vuelve notorio que en algunas ocasiones el trabajo de los alfareros no era refinado y no contaban con soluciones prácticas para poder enmendar una pieza con defectos producidos durante su manufactura. Este tipo de detalles afectan la comprensión total de una pieza pues los rasgos que le dan identidad y la individualizan, como en este caso el rostro, se vuelven irreales y dotan a la figura de otro sentido estético.
La mujer representada porta un collar y un elaborado tocado del que solo se conserva una cinta decorada con elementos circulares; el resto del atavío se fracturó y desprendió de la figura. A diferencia de otras piezas similares, las orejas de esta figura son notoriamente pequeñas, por lo que carecen de grandes orejeras.