La maternidad se representó de dos formas en el arte mesoamericano: se la asoció con cuerpos femeninos que mostraban el vientre abultado y redondo, alusión clara de un estado de embarazo; y en segundo lugar se la relacionó con figuras de mujeres acompañadas de infantes; ambas formas se refieren a uno de los estados más vulnerables del ser humano.
Esta pieza procede del Altiplano Central, específicamente de Tlatilco y del periodo conocido como Preclásico (2500 - 500 a.C.). La figura representa a una mujer ricamente ataviada elaborada a partir de barro modelado.
Las piernas del individuo son corpulentas y anchas, rasgo corporal que denota madurez reproductiva y una potencial fertilidad, no obstante, llama la atención que el sexo no está marcado. Por otra parte, los pies del personaje están marcados por dos líneas verticales que simulan tres dedos y una línea horizontal que señala la separación entre el pie y la pantorrilla; estos detalles se realizaron mediante la técnica de incisión. Los brazos, en contraste, son muy cortos en comparación con las piernas y estos también poseen líneas que dan forma a las manos. Las dimensiones desproporcionadas de las extremidades superiores permiten afirmar que estas no son realistas, sino minimalistas o conceptuales.
En el torso de la mujer se diseñaron dos senos con incisiones que figuran los pezones; el derecho es más notorio. A diferencia de otras figuras femeninas provenientes de Tlatilco, la pieza 638 posee un abultado vientre marcado por un ombligo extendido; este rasgo fue uno de los recursos más tempranos que los mesoamericanos emplearon para para representar el embarazo.
El individuo porta orejeras y collar elaborado mediante la técnica de pastillaje, este consiste en dos círculos de los que se desprenden dos cintas que caen por los costados; es posible que este detalle haga alusión a un collar elaborado con un círculo de madera al que se le anudaban telas o cordones como decoración. Por otra parte, la figura lleva un tocado en el que se aprecia una tela enrollada sobre el cráneo.
El rostro de la mujer fue elaborado a partir de la técnica de pastillaje: los ojos son completamente redondos y carecen de algún tipo de detalle refinado, la nariz es prominente y se observa desgastada, lo que propicia la pérdida de la dimensión original de los rasgos faciales. Los labios se observan grandes, anchos y están separados por una línea que emula el gesto de la boca; este detalle también presenta un significativo desgaste.
Las sociedades del Preclásico crearon todo un canon estético alrededor de la maternidad, pues esta fue considerada como uno de los principales atributos de las mujeres, quienes tenían la capacidad de traer nuevos individuos al mundo. La natalidad fue un tema de gran importancia entre los pueblos antiguos, pues cada recién nacido significaba una adición de fuerza laboral y militar para la comunidad.