En el arte mesoamericano se representó una rica variedad de formas entre las que destacaron las figuras antropomorfas, estas se sujetaron a numerosas variaciones estilísticas y cánones de belleza que son reflejo de la cosmogonía de los antiguos grupos indígenas.
Esta pieza, catalogada con el número 615, fue elaborada en Tlatilco, ubicado en el Altiplano Central, y presenta elementos que la distinguen de otras figuras similares del Preclásico.
La figurilla muestra un cuerpo femenino con senos prominentes y detallados con pezones elaborados mediante la técnica de pastillaje; el sexo está marcado con una línea curva y las piernas son abultadas y asimétricas, pues una de ellas posee un volumen considerablemente mayor. Las extremidades inferiores desplantan y se unen en los pies, mismos que han sido sobrepuestos y se exhiben uno encima del otro. Por otra parte, los brazos se muestran curvados hacia el pecho y las manos del personaje, burdas y sin dedos, tocan su cuerpo.
La figura muestra una posición compleja y forzada, pues esta deja caer la parte superior de su cuerpo y sus posaderas en actitud de sentarse, sin embargo, la posición de sus manos y la forma general del cuerpo quizá hacen alusión a algún proceso ritual en el que lo divino se expresaba a través de la corporalidad humana.
El rostro de la figura muestra un semblante rígido y grotesco, los ojos se perciben alargados, entrecerrados y con el iris elaborado mediante una incisión en el centro. La boca y la nariz se alejan de ser una representación realista de los rasgos humanos, estos son anormalmente alargados e incluso se asemejan al hocico de un cánido, posiblemente un perro o un lobo. Esto permite pensar que la mueca del individuo expresa un gesto que se asemeja a las fauces de un animal gruñendo. Cabe señalar que la cavidad bucal está detallada con algunos dientes que se plasmaron mediante inciso.
La mujer representada porta un collar y un tocado adornado por dos franjas que culminan en la parte trasera. Sobre el atavío se observa un pedazo de cabello que cae sobre el lado izquierdo y cuatro trenzas que inician en la parte superior del tocado y continúan por los costados hasta llegar a la altura de la cintura.
Los grupos mesoamericanos creían que ciertos individuos tenían la capacidad de llevar a cabo transformaciones rituales, aquello a lo que comúnmente se le denomina como nahualismo: el que se transformaba, ya fuera hombre o mujer, adoptaba la forma de un animal mediante ritos y oraciones. Los artistas prehispánicos tuvieron un gran interés por representar al cuerpo humano en combinación con características animales que se consideraban símbolos de belleza y poder. En ese sentido, es posible que la pieza 615 muestre a una mujer con rasgos antropozomoorfos en medio de algún tipo de ritual cuyos efectos modifican su cuerpo y lo tensan en una postura forzada.