Las figurillas de estilo Mezcala que surgieron en las áreas de Occidente y Guerrero durante el periodo Clásico tardío (700 a. C.- 900 a. C.) y que fueron en su mayoría producidas por la sociedad denominada con el mismo nombre, es decir, la cultura Mezcala, tuvieron un gran auge y reconocimiento que permitió que dicho estilo fuera conocido en otras regiones de Mesoamérica.
Otros grupos mesoamericanos intentaron elaborar las mismas piezas, es probable que esto se deba a que fueron consideradas como objetos preciados cuya iconografía demostraba rasgos estilísticos variados. De esta forma, la presente pieza proveniente de Teotihuacán es un claro ejemplo de ello.
La cultura teotihuacana se desarrolló durante el periodo Clásico (150 a. C.- 750 d. C.) en el Altiplano Central y consolido un estilo artístico propio en el cual los elementos icnográficos resaltaban la utilización de tocados y ornamentos, así como de plumas y complejos atavíos.
De igual forma, el arte teotihuacano se caracterizó por el fino trabajo y el cuidado en la producción de obras que incluyen, pero no se limitan, a las piezas elaboradas en cerámica, hueso, piedra y la pintura mural, los cuales forman un vasto registro de elementos que remiten a la cosmovisión de los habitantes de dicha ciudad.
Esta pieza representa un rostro elaborado en piedra el cual fue trabajado por medio de la técnica de desgaste para lograr conseguir las cavidades que representen los rasgos faciales más característicos de la figura humana. El rostro tiene una forma redonda a excepción de la parte superior en donde se observa que la frente es delimitada por una línea horizontal.
Los ojos tienen una forma rasgada y no se les representó ningún tipo de elemento. Los parpados fueron elaboradas de manera detallada pues se intentó que la piedra adquiriera volumen para diferenciar ambos parpados cuyo resultado se observa en que los superiores son notablemente más anchos y abultados que los inferiores.
La nariz se realizó de forma achatada y como técnica para resaltar su dimensión se tallaron los pliegues con formas curvas lo que dota a este elemento de voluptuosidad. En cambio, la boca fue figurada por medio de una cavidad elaborada por desgaste. A través de la misma técnica se moldearon unos labios pequeños, lo que contrasta con las dimensiones y volúmenes del resto de la pieza.
Las orejas son formadas por medio de figuras geométricas que esquematizan el elemento y lo muestran dividido en dos segmentos los cuales intentan emular la parte superior de la oreja y el lóbulo. Todos los rasgos anteriormente mencionados son característicos del estilo Mezcala y se diferencian completamente de la plástica teotihuacana.
La inclusión de elementos ajenos dentro de las culturas que se desarrollaron en el Altiplano Central refiere a que dichos objetos, como en este caso el rostro de tradición Mezcala, fueron considerados de gran valor por las características que reunían y por ser trabajos elaborados en piedra que abstraían la figura humana y la representaba de una forma diferente.