Los objetos realizados en piedra durante la época prehispánica podían ser trabajados mediante la percusión con instrumentos como asta de venado u otras piedras de mayor dureza. Esta técnica generalmente era ocupada para elaborar puntas de proyectil u objeto semejantes. En cambio, la técnica del desgaste consistía en frotar la superficie de la piedra con un objeto, mediando entre ellos un abrasivo – generalmente arena – con agua. Esta técnica dio como resultado objetos con un acabado que podía variar entre alisado, pulido y bruñido según los materiales que se utilizaran en el proceso. Las piezas resultantes fueron utilizadas en distintos contextos como actividades productivas, ornamentación o bien como parte de rituales u ofrendas.
En el caso concreto de las hachas elaboradas en piedra, fueron utilizadas para actividades como el procesamiento de alimento, la tala de árboles y la creación de otros objetos como canoas de madera. Sin embargo, algunas de estas hachas no fueron utilizadas, sino que se creaban con una finalidad diferente que la que su forma les imponía. Así, en el caso del área de Tabasco y Veracruz sabemos que muchas de estas piezas se colocaban en ofrendas cuidadosamente acomodadas, generalmente con una en cada esquina y una más en el centro, replicando un cosmograma del mundo.
De los dos casos que aquí nos ocupan, la pieza 1445 se elaboró en piedra volcánica, seguramente basalto, y pudo haber sido utilizada en actividades productivas o de procesamiento de otros materiales. Se trata de un hacha con forma de hoja simple triangular, que presenta lados convexos convergentes y un filo de arco rebajado en su vista frontal. En la sección proximal o talón, es decir en la zona de enmangue, se encuentra redondeada y su sección transversal es elipsoidal.
Vale la pena mencionar que un aspecto desconocido respecto al uso de las hachas es el enmangado. En la arqueología mexicana este dato se ha inferido a partir de algunas imágenes en códices de tradición indígena permitiendo proponer que se tratan de mangos de madera donde el hacha era sostenida con cuerdas hechas de fibras vegetales o bien otros materiales como cordones de pieles o tendones de animales.
La segunda pieza que describiremos es el hacha trabajada en piedra verde, lo cual le otorga un valor especial por tratarse de una materia prima con alto valor simbólico en las sociedades prehispánicas. Es una pieza de hoja simple rectangular, con lados rectos ligeramente convergentes y un filo redondeado en su sección frontal o distal. Su talón es redondeado y tiene una sección transversal elipsoidal. Es muy probable que esta segunda pieza haya tenido un carácter votivo, por lo que seguramente no se utilizó como una herramienta, sino que más bien se creó para ser depositada como parte de una ofrenda.
La presencia de un objeto en dos contextos distintos, uno productivo y el otro ritual, nos muestra la versatilidad que tenían los materiales en la época prehispánica, donde un mismo objeto, en ocasiones elaborados con un material distinto o con un decorado diferente, podía cambiar el contexto en el que se usaba y, con ello, su significado.