Los idiófonos de ludimiento, también conocidos como raspadores, se utilizaron desde épocas muy remotas para generar un patrón rítmico de acompañamiento, ya sea para el canto o la música instrumental. El sonido se origina al pasar un ludidor sobre una serie de estrías dispuestas sobre la superficie de un hueso, generalmente un fémur humano (omichicahuaztli en lengua náhuatl) o de una barra de piedra. Este instrumento tenía connotaciones sagradas ya que estaba asociado a rituales funerarios o de culto a los ancestros. Actualmente, algunos pueblos indígenas del noroeste de México y suroeste de Estados Unidos utilizan un idiófono de ludimiento (hecho con madera) en danzas rituales.
Este ejemplar procede de la Cuenca del Río Balsas y fue manufacturado a partir de una barra de piedra verde. Al parecer, se utilizaron las técnicas de corte y pulido para formar un pequeño litófono de ludimiento que en un extremo está decorado con una cabeza humana cuyos rasgos faciales están definidos por líneas incisas. Estilísticamente corresponde a la tradición Mezcala de Guerrero; es posible que la efigie humana represente a un ancestro, tomando en cuenta el simbolismo de los idiófonos de ludimiento elaborados con fémures humanos.
Debido al tamaño es poco viable la inclusión de un resonador para aumentar su sonoridad; lo más probable es que se haya sostenido con una mano mientras que con la otra se pasaba el ludidor. Algunas maquetas procedentes del Occidente de México muestran la práctica del juego de pelota acompañado con músicos ejecutando un idiófono de ludimiento en forma de barra, similar al ejemplar exhibido.
Gonzalo Sánchez
El repertorio funerario Mezcala tiene como centro la figura humana: imágenes de los difuntos y probablemente de algunos deudos acompañantes que escenificaban una reunión o una presencia vital en la sepultura, fuese para acompañar el cuerpo cuya alma estaba en proceso de viajar al mundo de los muertos o incluso para servir como receptáculos provisionales para la esencia vital que no acababa de separarse de ese cuerpo. Además de las figuras humanas, formaron parte de ese repertorio funerario algunos animales y otros objetos.
Las piezas 528, 970 y 987 tienen en común el hecho de cumplir una función utilitaria, además del sentido simbólico con el que puedan haber sido incluidos en alguna tumba.
Es un artefacto que conocemos como rascador, que sirve para marcar el ritmo en algunos cantos y danzas. El rascador mesoamericano puede ser hueco, como el güiro, pero también puede carecer de caja de resonancia, como éste. Lo difícil de resolver es la relación entre el instrumento musical y el contexto funerario. En esta pieza identificamos lo que parece ser una cabeza humana; el resto del cuerpo se resuelve de forma totalmente esquemática, es sólo una tablilla.
Pablo Escalante Gonzalbo