En Mesoamérica la cantidad de objetos de arcilla recuperados en contextos arqueológicos es inmensa, comparada con otro tipo de vestigios materiales. La razón es que las propiedades físicas y químicas de la arcilla cocida propician su conservación con el paso del tiempo hasta nuestros días. Toda la cerámica que se ha encontrado y estudiado de la época prehispánica tiene más de un uso dentro de la sociedad indígena que la produjo: doméstico, especialmente en relación a la preparación de alimentos en el hogar; ornamental, para decorar espacios comunes o incluso el cuerpo humano (pensemos en collares con cuentas de barro); ceremonial, es decir, utilizados dentro de un ritual determinado; utilitario, cuando se utilizan en contextos distintos como producción de otros objetos o incluso la recreación (juguetes, instrumentos musicales); y funerarios, cuando son depositados en ofrendas que acompañan un entierro.
El objeto que aquí nos interesa es una jarra de barro alisado y pulido. Tiene una base plana que se desprende del piso conforme se forma un cuerpo globular, es decir, con paredes curvo-convergentes. En la parte superior se colocó un vistoso cuello de paredes curvo- divergentes que crean una amplia boca circular con un borde redondeado. La forma en el interior emula la figura del exterior encontrándose una gran boca que se va adelgazando y da lugar a un cuerpo globular con una fondo plano.
En la parte media del cuerpo se encuentran dos asas solidas verticales que fueron modeladas y colocadas al pastillaje. Este mismo procedimiento se llevó a cabo en el cuello, el cual se incorporó a la forma globular por medio de una tira de barro que unió las formas, proceso que aún se puede distinguir en el desplante del cuello.
El acabado de la pieza es alisado y en algunas zonas se puede ver un pulido burdo, realizado con un objeto que dejó gruesas bandas horizontales en el cuerpo, mientras que en el cuello la dirección cambió, encontrándose líneas verticales. Sobre el cuerpo, cuello y asas se aplicó, probablemente a brochazos, un engobe color café oscuro y sobre el borde de la boca circular un engobe rojo cuyo acabado es de mejor calidad que el del cuerpo.
Su uso debió haber sido doméstico, como el recipiente de algún material líquido. Este tipo de objetos se han localizado en Teotihuacán durante el período Clásico, particularmente en la fase Metepec (550-650 d.C.), momento que es previo a la caída de la urbe y se da un empobrecimiento de los materiales y una menor calidad de manufactura en comparación con las fases previas, como se aprecia en esta jarra que carece de decoración, tienen una superficie irregular y los acabados son muy burdos.