Durante el Preclásico, en las zonas aledañas al lago, como Zohapilco, Tlatilco y Tlapacoya, fue común el uso de pequeños cajetes. Éstos podían tener distintos colores de engobe: café, anaranjado negro o blanco, los cuales se pulían creando una superficie homogénea. Asimismo, como elemento decorativo podían tener esgrafiados con un elemento simbólico o bien, por medio de una cocción diferencial se buscaba crear nubes de cocción en zonas específicas de la pieza, generando con ello intensos contrastes.
En el caso de la pieza 893 podemos distinguir un pequeño cajete de 3.5 cm de alto y 8 cm de diámetro. Su base es plana y tiene paredes recto-divergentes que forman una boca redonda. El borde es redondeado con un pequeño bisel al exterior y en la parte interna se repiten las paredes rectas que dan forma a un fondo cóncavo.
La parte externa está cubierta con un engobe color café que adquiere tonalidades claras en aquellas partes donde tuvo un menor contacto con el fuego y, en cambio, se crearon superficies completamente obscuras en las secciones de la pieza que estaba más cerca de un punto de combustión. Esto creó en la pieza una zona con una tonalidad negra intensa y otra donde se aprecia un color café muy vivo.
Esta destreza del ceramista llevó a crear verdaderas obras de arte con una técnica sencilla, ya que a falta de una técnica donde se pudiera crear una decoración policroma precocción que resistiera el paso del tiempo, los ceramistas jugaron con los engobes, las pastas de las piezas y los distintos colores que adquirían al ser sometidas a distintas temperaturas. Así, una pieza podía ser cubierta con cera o barro en distintas partes, de tal forma que recibiera menos calor que el resto de la pieza y crearan diseños de distintos colores en la superficie, si a esto, además se le esgrafiaban diseños que quitaran el engobe y dejaran a la vista los tonalidades grisáceas, ocres o anaranjadas de la pasta, podían lograr un gran cromatismo con pocos elementos.