Las distintas culturas del México antiguo crearon un sinfín de tipos de piezas de cerámica. Entre esta gran variedad, en ocasiones se modificaba la pasta, el engobe, los elementos que se adosaban e incluso la decoración que se colocaba, existiendo veces en las cuales se ponían complejos diseños esgrafiados, otras veces encontramos una simple decoración precocción y muchas otras se crearon vistosas decoraciones policromas. Pese a esta enorme variedad, muchas veces hallamos en la loza más común enorme semejanzas a lo largo del tiempo.
Uno de estos casos lo podemos distinguir en las piezas 181 y 182 de la Colección del Museo Amparo. Estas dos piezas son cajetes de tamaño reducido, de color y forma muy semejantes, aunque con algunas ligeras diferencias entre ambos que discutiremos a continuación. El cajete con el número 181 tiene paredes recto-divergentes, fondo y base planos y un borde redondeado y engrosado que da la impresión de que la pieza tuviera un ligero reborde en la parte superior. La pieza fue alisada y posteriormente cubierta con un engobe ocre, para finalmente darle un acabado pulido un tanto burdo.
Por su lado, la pieza con el número 182 es también un cajete con paredes recto-divergentes, base y fondo planos, borde redondeado y ligeramente engrosado. La pieza fue alisada y posteriormente decorada con un engobe ocre al cual se le dio un acabado pulido.
La cocción diferencial que sufrieron los cajetes ocasionó que la superficie adquiriera distintas tonalidades. En el caso de la pieza 181 la superficie adquiere tonalidades ocres y cafés, mientras que en la pieza 182 se tiene una gran nube de cocción que coloreó de negro gran parte de la pieza, dejando sectores con color café oscuro que se degrada hasta tonalidades ocres. Las nubes de cocción generalmente suceden cuando la pieza es expuesta directamente al fuego o a la fuente de calor durante el proceso de cocción y oscurece su superficie.
Es muy probable que por su altura, menor a los 5 cm, se traten de piezas miniaturas, las cuales reproducen las formas de otras vasijas de mayor tamaño. Pudieron haber sido utilizadas como juguetes, o bien como recipientes para algunas sustancias, como pigmentos o minerales. En general este tipo de piezas pudieron haber sido parte de ofrendas acompañando a entierros funerarios, o bien, tener un carácter utilitario.
En el caso de la pieza con el número 181 es interesante observar que presenta restos de cal en todo el cuerpo y en el caso de la 182 principalmente en su interior, esto nos hace pensar que pudieron servir específicamente como recipientes de este tipo de material. Vale la pena mencionar que en la pieza 181 se observan residuos de algún tipo de cera o resina, lo cual podría sugerir que esta pieza fue reutilizada en la época moderna tal vez como contenedor de una vela. Esto nos permite sugerir la importancia de considerar los usos posteriores que se les da a las piezas arqueológicas como parte de su historia, entendiendo que su papel activo en las sociedades humanas no se acaba con aquella que la produjo.