Este cajete es un excelente ejemplo de la cerámica tipo Texcoco negro sobre rojo, característica de la Cuenca de México, particularmente del periodo Posclásico tardío (1200-1521 d.C.). Se trata de una loza que incluye distintas formas y diseños, entre ellos vasos, cajetes, cuencos, copas y platos y a la que se le ha adjudicado un uso suntuario, aunque también pudo haber tenido una función doméstica en núcleos de la sociedad indígena con cierto estatus. Generalmente estaba decorada con motivos geométricos, simbólicos, zoomorfos o fitomorfos. De hecho, esta cerámica se siguió produciendo aun después de la conquista, con algunos cambios en los pigmentos, las formas y decoraciones, pero continuando con una relación directa con esta cerámica prehispánica.
La pieza es un cajete de paredes recto-divergentes, con un borde biselado al exterior y labio redondeado. Presenta un fondo y base planos, así como tres soportes. Dos de estos soportes son zoomorfos, del tipo cónico ahuecado en forma de cabeza de serpiente, los cuales fueron modelados y se les hicieron algunas incisiones para representar la boca, nariz y los ojos del reptil.
Cabe resaltar que es muy probable que estos soportes fueran además del tipo sonaja, lo cual se puede inferir por los orificios que presentan sobre el cuerpo y que servían para introducir algún objeto circular, generalmente una pequeña esfera de cerámica. El otro es un soporte sólido del tipo “almena” que consiste en un rectángulo del cual le fue recortada a la mistar una forma de “L”, con lo cual quedó un primer rectángulo ancho cerca del soporte de la base, un segundo rectángulo menos ancho, un tercer rectángulo más pequeño (tanto a lo ancho y a lo largo) y un último rectángulo del mismo tamaño que el primero. Los tres soportes tienen la característica que presentan un engobe anaranjado en la vista frontal y, en cambio, al reverso tienen un engobe color rojo.
La pieza fue elaborada por partes, primero de realizó el cajete, después se elaboraron los soportes con molde y estos se pegaron a la pieza por medio del pastillaje. Este procedimiento se hace evidente en las tiras de barro que se usaron para pegar los soportes a la pieza, las cuales aún se alcanzan a distinguir claramente.
Para decorar la pieza se aplicó un engobe anaranjado que cubrió la totalidad del cuerpo y los soportes del cajete. Posteriormente se aplicó un engobe rojo que cubrió el cuerpo, tanto en su cara externa como interna, y al final se aplicó una capa de pintura negra en el interior, cubriendo casi la totalidad de las paredes y el fondo.
El acabado de la pieza es diferente según la zona. En el cuerpo del cajete se aplicó un pulido que dejó la superficie con un lustre de buena calidad, el cual fue realizado de manera horizontal, lo cual se hace evidente con las huellas del pulido que aún se alcanzan a ver en el cuerpo. En las otras partes de la pieza el pulido fue realizado con menos cuidado, produciéndose que la pieza adquiriera una tonalidad más opaca, llegando al extremo de que los soportes solamente fueron alisados.
Asimismo, llama la atención el buen estado de conservación de la pieza, y pese a un poco de desgaste en las figuras de las serpientes, que impide ver nítidamente su forma, la pieza esta impecable. Lo cual nos muestra el ámbito tan restringido y delicado en el que se encontraba y, asimismo, el cuidado que se tuvo al producirse su descarte, lo cual llevó a que el día de hoy presente estas excelentes condiciones.