En esta obra que apenas rebasa los cuatro centímetros de altura sorprende el modelado detallista de una figura masculina ataviada, con postura elaborada y rasgos patológicos. La macrocefalia, el cuello corto, la obesidad, pelvis angosta y extremidades inferiores cortas y delgadas corresponden al enanismo, un trastorno genético heredado o producido por mutación cuya denominación médica es acondroplasia.
La representación de patologías constituye un tema destacado en el imaginario escultórico de la cultura tumbas de tiro. Esta sociedad, que recibe el nombre de uno de sus rasgos arquitectónicos, tuvo una larga temporalidad y sus evidencias se han registrado desde el sur de Zacatecas hasta la costa de Colima; en esta franja, de occidente a oriente abarca desde el litoral pacífico hasta los Altos de Jalisco y zonas colindantes de este estado y de Colima con Michoacán. En varias de las modalidades estilísticas que se identifican a lo largo de este territorio, se encuentra la figuración de enfermos: mujeres y hombres con cifosis, pústulas, aspecto famélico y enanismo, entre otros. Con acierto, Hasso von Winning, afirmó que la frecuencia de esculturas de jorobados no implicaba necesariamente que abundaran en la población, sino que obedecía a que ostentaban una posición especial y, en el mismo sentido simbólico, sobre las imágenes de enfermos en lo general resaltó su función como acompañantes de los difuntos en su estancia en el inframundo. Es altamente probable que obras como la que vemos, fuera parte de un ajuar funerario, acaso en una tumba de tiro y cámara.
Adentrarnos en el tema de las patologías respecto al remoto periodo prehispánico nos obliga a rebasar lo biológico para aproximarnos a su dimensión cultural. Ello conlleva la manera cómo los distintos tipos de padecimientos se clasificaban y explicaban sus causas, repercusiones y, en su caso, procedimientos de sanación. En una cosmovisión sustancialmente dualista, integrada por opuestos complementarios que se manifestaban en todas las entidades, sustancias y sucesos de la naturaleza y sobrenaturaleza, la enfermedad cumplía funciones importantes en una alternancia de fuerzas de origen divino. Acerca de este carácter, Eduardo Matos ha destacado algunos mitos mexicas registrados en el siglo XIV, en fuentes como la Leyenda de los Soles, que dan constancia de que el Quinto Sol surgió de un dios enfermo, lleno de pústulas que voluntariamente se arrojó al fuego para que naciera una nueva era o Sol. En el plano de la vida cotidiana, se sabe que en las cortes de los soberanos mexicas y mayas los seres con deformaciones congénitas formaban parte de las cortes de los soberanos y se pensaba que tenían grandes poderes ocultos.
Aun en su diminuto tamaño, este acondroplásico de la cultura tumbas de tiro muestra elementos que indican un elevado estatus social o religioso, como las grandes orejeras y el llamativo collar compuesto por grandes formas ovaladas y escindidas, asimismo, luce un tocado de banda y un elaborado maxtlatl con el lienzo decorado. Llama la atención su postura activa y con el cuerpo en torsión: se modeló de pie, con las piernas separadas; enérgicamente voltea la cabeza a un lado, sus definidos rasgos faciales con los ojos y boca entreabiertos enfatizan ese gesto; dobla un brazo y coloca una mano en su abultado abdomen, mientras que levanta el otro brazo y pone su mano en la parte posterior de la cabeza. La torsión corporal acentúa la deformación de la corporalidad de esta potente imagen; no es un individuo pasivo, sino uno que se mueve y actúa, acaso en un ámbito sobrenatural.