Desde tiempos remotos, abundaron los asentamientos a lo largo de la franja costera de la región mesoamericana de Guerrero. En términos fisiográficos se ha dividido en las zonas llamadas Costa Chica y Costa Grande; ambas están limitadas al norte por las elevaciones montañosas de la Sierra Madre del Sur y surcadas perpendicularmente por cañadas estrechas –donde corren ríos que drenan sus aguas en el océano Pacífico- que interrumpen las playas. La bahía de Acapulco linda entre las dos zonas, la Costa Chica se extiende hasta la bahía de Huatulco, en el estado de Oaxaca, mientras que la Costa Grande abarca hasta la desembocadura del río Balsas, en el límite con Michoacán.
La obra que vemos es representativa del arte de las sociedades de la Costa Grande durante el Preclásico tardío; al conjunto de la producción escultórica cerámica de imágenes modeladas en formato pequeño se le conoce como “mujeres bonitas” y a su estilo artístico se le llama San Jerónimo, una población del municipio Benito Juárez, próxima al río Atoyac, donde se ha detectado un centro ceremonial con arquitectura consistente en grandes montículos y plataformas alargadas asociadas a extensas plazas.
Al estilo escultórico San Jerónimo le distinguen las figuras femeninas con desnudez ornamentada, piernas cónicas, cabellera larga y peinados elaborados, a menudo con un leve hundimiento central que sugiere dos chongos laterales; las cabezas son altas y rectangulares, suelen medir más de la mitad de la altura total de la pieza y de tal forma ostentan deformación craneana tabular erecta; tienen ojos grandes y narices finas; las punzonaduras e incisiones sirven para marcar detalles, como cabellos, cejas, ojos y dentadura; son obras que concentran la atención figurativa en la vista frontal. Para identificar los elementos de la obra que nos ocupa, resulta imprescindible una visión general de las imágenes, pues evita confundir un adorno con un cuerpo semidescarnado. En otro nivel, los lenguajes formales testimonian mucho más que el sello personal del artista o del taller: crean distintas fisonomías e identidades grupales; Rubén Manzanilla López sostiene que son los indicadores más precisos de las unidades político-territoriales de la Costa Grande: Acapulco, San Jerónimo y Atoyac, Soledad Maciel y Zihuatanejo, La Unión o Zacatula.
De acuerdo a la tipología del estilo San Jerónimo definida por este arqueólogo nuestro pequeño fragmento corresponde a la variante “choker” o gargantilla y se ubica en Soledad de Maciel y Zihuatanejo. En un cuello notablemente prolongado, la gargantilla que vemos consta de cinco vueltas y un colgante circular; en la figura además sobresale la expresividad de los rasgos faciales, con los ojos muy abiertos y la exhibición de la dentadura; el cabello largo peinado con delicadeza, y grandes orejeras circulares que enmarcan la faz. La gran protuberancia redondeada es un seno, con el pezón sugerido y líneas incisas que acaso representen pintura u otra ornamentación; le sigue el abdomen con el ombligo remarcado. No obstante su estado fragmentado, destaca la corporeidad femenina de la imagen.
De la abundante representación de mujeres que se advierte en el arte escultórico cerámico de la Mesoamérica preclásica llama la atención su tamaño compacto y sólido, que les confiere resistencia y las hace aptas para transportarse; su constitución es propia de jóvenes y de mujeres pregnantes; la ornamentación parece indicar estatus sociales elevados y la búsqueda de cánones de belleza. Acaso más que el retrato de individuos específicos, en ellas se materializaron conceptos culturales de la parte femenina del cosmos.